domingo, 6 de mayo de 2018

¿Qué efecto es lo que produce en tu mente cuando escuchas; ¡No esa silla no!, está reservada?

Se le acercaron Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo. —Maestro —le dijeron—, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.  
 — ¿Qué quieren que haga por ustedes?   
—Concédenos que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.
—No saben lo que están pidiendo —les replicó Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo bebo, o pasar por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado? (Mateo: 10.35-38)
Siempre en algún evento hay puestos de preferencia, en algún deporte, en el teatro, hay sillas de primera clase en algún vuelo, en fin, siempre encontrara puestos de preferencia, esto nos da a entender que las sillas de honor son muy buscadas y que nos dan distinción y exalta el ego y la vana gloria.

En este pasaje parece ser que los discípulos Juan y Jacobo estarían aspirando puestos de preferencia ante Jesús, y que existía la creencia que en el reino de Jesucristo era de este mundo, Todavía no habían aprendido la lección de que la cruz debe venir antes de la corona y que el sufrimiento viene antes de la gloria. Esto revela que aun los discípulos no entendía  las enseñanzas de Jesús con respecto a la humildad, el Mateo 20.21 vemos como María Salome madre de Santiago y de Juan le pide al señor estos puestos de privilegio para sus hijos. No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. (Mateo: 20.26)

Los asientos disponibles de Jesús son hechos con los clavos del sufrimiento

¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? (Mateo 20:22) Dios ofrecía a los hombres una de las cosas más importantes del evangelio y que se  menciona en al Salmo 23 

“mi copa está rebosando”. Hasta ese momento todos ellos habían estado bebiendo de la copa que Jesús les ofrecía desde el comienzo de su ministerio. Sin embargo, no entendían que Jesús iba aceptar beber la copa más amarga, la copa que involucraba su muerte cruenta en la cruz del calvario. De modo que aun cuando es cierto que ellos podían beber su copa, lo que pedían no formaba parte de lo que él les ofrecía.

Es triste entender que en estos tiempo aun queramos ser los primeros y olvidarnos del prójimo, que busquemos nuestra propia Gloria y no pensemos en los padecimientos de Jesús por todos nosotros, en estos momentos donde existe tanta necesidad y que muchos asisten a templos en busca del Señor se les esté enseñando doctrinas diferentes a las que Jesús enseño y que nos dejó como mandato impartir.

LA DOCTRINA DEL REINO.

«Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Lucas.6:20)