Hebreos 10:25 es un versículo clave en los debates sobre la importancia de la congregación. Sin embargo, al analizar este versículo dentro del contexto más amplio de la Epístola a los hebreos, descubrimos que el autor va más allá de exhortar a una asistencia regular. En realidad, enfatiza la necesidad de perseverar en la fe, especialmente ante la inminencia del regreso de Cristo.
La exhortación a congregarse se presenta como un medio para fortalecer la fe mutua y resistir la tentación de abandonar el camino cristiano. Para entender mejor este concepto, es importante considerar los versículos precedentes:
En hebreos 10:23-25, se nos recuerda:
Mantener firme la profesión de nuestra fe sin vacilar (v. 23)
Considerarnos los unos a los otros para motivarnos al amor y a las buenas obras (v. 24)
No dejar de congregarnos, sino exhortarnos unos a otros, especialmente ante la proximidad del regreso de Cristo (v. 25)
En este contexto, la congregación se presenta como una oportunidad para fortalecer nuestra fe, motivarnos mutuamente y resistir la tentación de abandonar nuestro camino espiritual."
Al leer este versículo, podríamos interpretar que Dios nos instruye a asistir frecuentemente a las reuniones y no abandonar la congregación. Sin embargo, ¿es esta la verdadera intención del pasaje?
Para comprender el mensaje de cualquier libro, es crucial leer el contexto completo de la sección que estamos analizando. De manera similar, al leer la Biblia, es esencial estudiarla en su contexto para captar el mensaje transmitido en una parte específica. Es necesario leer el párrafo, y para entenderlo completamente, es importante considerar los párrafos anteriores y posteriores, e incluso, en ocasiones, la carta o el libro completo. Solo así podremos comprender adecuadamente de qué se está hablando en una porción particular. El libro de Hebreos nos revela el significado espiritual del tabernáculo y del templo que Dios mandó a construir a los judíos, así como el simbolismo de los rituales realizados allí. Nos enseña que estos elementos eran representaciones simbólicas de realidades espirituales (He. 8:5; 9:9, 24). Hebreos presenta a Cristo como el sumo sacerdote espiritual, quien ahora actúa como mediador entre Dios y los seres humanos. Este conocimiento alienta a los cristianos a mantenerse firmes frente a las presiones y persecuciones.
En capítulos previos y al principio de este capítulo, se explica que así como el sumo sacerdote intercedía entre Dios y los hombres ofreciendo sacrificios por el perdón de los pecados, Jesús, como sumo sacerdote, ofreció su vida para la remisión total de los pecados. Al hacerlo, Jesús entró en el cielo mismo, simbolizado por el lugar santísimo del templo terrenal.
Después de explicar que los sacrificios bajo la ley de Moisés eran simbólicos y no podían resolver el problema del pecado en el ser humano, leemos:
Hebreos 10:11-14 (RV-1960)
Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; 14porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
La ofrenda de la vida de Jesús era lo necesario para eliminar el problema del pecado en el ser humano. Debido al pecado, la humanidad se encontraba alejada de Dios y sin posibilidad de establecer una relación íntima con Él. Sin embargo, ahora, con Jesús como mediador, el cristiano puede acercarse a Dios con total confianza, sin necesidad de los sacrificios de animales para el perdón de los pecados.
Hebreos 10:18-22 (RV-1960) Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,20por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,
21y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
¿Qué nos está comunicando este pasaje? Nos muestra que Cristo, al habernos limpiado de todos los pecados mediante su sacrificio perfecto, se convierte en el "sumo sacerdote" y mediador directo entre los seres humanos y Dios. A través de Él, podemos acceder a la "casa" de Dios. En la época en que Dios ordenó construir el tabernáculo, sólo los sacerdotes tenían permitido entrar al templo, y únicamente los sumos sacerdotes podían ingresar al lugar santísimo. Hoy, gracias al sacrificio de Cristo, todos aquellos que lo aceptan como Señor de sus vidas tienen la libertad de acceder a la "casa" de Dios, no a la terrenal y simbólica, sino a la verdadera, la celestial. ¡Cristo nos ha otorgado un acceso directo a Dios! Así llegamos a los versículos en cuestión.
Hebreos 10:23-25 (RV-1960)
|23| Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
|24| Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
|25| no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
La palabra "profesión"(ὁμολογία) en el versículo 23 debe entenderse como "confesión". En griego, la palabra utilizada es omología, que significa "Esta palabra significa "declaración" o "confesión". En el contexto bíblico, implica hablar de acuerdo con algo y actuar en consecuencia. Es una expresión de fe y compromiso, donde las palabras y las acciones se alinean con la creencia declarada". Lo que el versículo 23 quiere transmitir es que un cristiano debe mantener firme su confesión. Si ya hemos confesado a Cristo como Señor de nuestras vidas (Rm.10:9-10), debemos mantenernos firmes en esa confesión y actuar de acuerdo con ella.
Por otro lado, el versículo 25 podría traducirse mejor así:
"no abandonando nuestra reunión, como es hábito de algunos, sino exhortándonos unos a otros, y ahora mucho más ya que están-viendo que el Día se está-acercando."
Las palabras en cursivas no son parte del texto original, pero las he agregado para una mejor comprensión del mensaje basado en el contexto.
Aqui la palabra "Reunión" episunagögë (ἐπισυναγωγή) se compone de epi, que significa "sobre" o "alrededor de", y sunagögë, que significa "lugar de reunión" o "sinagoga". Este término se usa para describir la acción de reunir en un lugar aquellos que estaban dispersos.
En el Nuevo Testamento, encontramos ejemplos específicos del uso de episunagögë:
Mateo 23:37: Jesús lamenta sobre Jerusalén y dice: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!". Aquí, el deseo de reunir a los hijos de Jerusalén como una gallina junta a sus polluelos muestra la intención de traer unidad y protección.
Lucas 17:37: "Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde, Señor? Y Él les dijo: Donde estuviere el cuerpo, allí se juntarán los buitres." Aquí se utiliza en el contexto de los buitres que se reúnen alrededor de un cadáver, implicando una reunión natural en torno a un punto central.
Hebreos 10:25: "No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca." Este versículo exhorta a los creyentes a no dejar de reunirse, especialmente cuando se acerca el día del Señor. En este contexto, episunagögë se refiere a la importancia de la reunión de los creyentes para mantenerse firmes en la fe y animarse mutuamente.
En resumen, episunagögë en su contexto bíblico resalta la importancia de la unidad y la reunión, ya sea para protección, juicio o edificación mutua. Es un término que enfatiza la acción de reunir aquello que estaba disperso, con un propósito específico y significativo.
Ahora bien, ¿a qué se refiere la "reunión" mencionada en Hebreos 10:25? Muchos interpretan que esta reunión se refiere a las reuniones en sinagogas frecuentadas en aquel tiempo y, por tanto, a las reuniones de creyentes en un lugar específico, como los templos o iglesias modernos. Sin embargo, es interesante notar que en las epístolas que Pablo escribió a la iglesia de Dios (los cristianos renacidos), nunca usa la palabra sunagögë. Pablo en sus epístolas no menciona la sinagoga.
Sin embargo, en el caso de Hebreos 10:25, observamos que la "reunión" mencionada no se refiere a una reunión de cristianos. Como mencioné anteriormente, la palabra griega para "reunión" en Hebreos 10:25 es episunagögë, y esta palabra se utiliza sólo dos veces en toda la Biblia: en este versículo y en 2 Tesalonicenses 2:1.
2 Tesalonicenses 2:1-2 (RV-1960)
|1| Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión episunagögë con él, os rogamos, hermanos,
|2| que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.
Este es el único otro uso de la palabra episunagögë en toda la Biblia, y vemos que se emplea en relación con nuestra reunión con Jesucristo. Hay un día en el futuro en el que el Señor Jesucristo reunirá a todos los cristianos junto con Él. Como podemos observar, la palabra griega episunagögë es utilizada por Pablo (inspirado por Dios) para referirse a esta futura reunión de los cristianos con Jesucristo.
Regresemos a Hebreos 10. En esta ocasión, citaré la Biblia Textual, ya que ofrece una traducción más precisa.
Hebreos 10:23-25 (BTX)
|23| Mantengamos sin fluctuar la confesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
|24| Y considerémonos los unos a los otros para estímulo del amor y de las buenas obras;
|25| no abandonando nuestra propia asamblea "reunión", como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos, y tanto más, cuanto veis que aquél día se acerca.
Versículo 25 (análisis)
"no abandonando nuestra reunión, como es hábito de algunos, sino exhortándonos unos a otros, y ahora mucho más ya que están viendo que el Día se está acercando."
- "No abandonando nuestra reunión": La palabra griega episunagögë se refiere a la acción de reunir en un lugar a aquellos que estaban dispersos. En este contexto, el escritor de Hebreos exhorta a los creyentes a no dejar de reunirse. Esta reunión no se limita a un lugar físico como una iglesia o sinagoga, sino que puede entenderse como la comunión y el encuentro de los creyentes para fortalecerse mutuamente en la fe.
- "como es hábito de algunos": Esto indica que ya había personas que habían dejado de reunirse con la comunidad de creyentes. Esta advertencia es para alentar a los cristianos a no seguir ese ejemplo negativo.
- "sino exhortándonos unos a otros": La palabra exhortar implica animar, aconsejar y motivar a los demás. Este llamado a la exhortación mutua sugiere que la reunión de creyentes debe ser un espacio para apoyarse y fortalecerse en la fe.
- "y ahora mucho más ya que están viendo que el Día se está acercando": El "Día" aquí se refiere al regreso de Cristo, un evento futuro esperado por los cristianos. La urgencia de la exhortación se incrementa a medida que se percibe la proximidad de este evento.
En este pasaje se instruye a los cristianos a no abandonar "nuestra reunión". Como hemos visto, Pablo utiliza la palabra "reunión" para referirse a la futura reunión de los creyentes cristianos con Jesucristo, y, por el contexto, podemos ver que aquí se usa de la misma manera. El versículo 23 nos dice que debemos mantenernos firmes porque Quien hizo la promesa es fiel, aunque no se especifica de qué promesa se trata. El versículo 25 nos exhorta a animarnos mutuamente, y aún más al ver que "el Día" se está acercando. ¿Qué día se está acercando? ¡El día de nuestra reunión con Cristo!
En los versículos siguientes, Pablo alienta a los cristianos hebreos a no pecar.
Hebreos 10:26-39 (RV-1960)
|26| Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,
|27| sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
28| El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.
|29| ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
|30| Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
|31| ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
Estos versículos han sido malinterpretados por muchos y han causado temor en cristianos sinceros, quienes piensan que si pecan "voluntariamente" después de haber creído en Cristo y conocido la verdad de Dios, serán totalmente rechazados por Dios y sufrirán toda Su ira.
Si consideramos el inmenso amor de Dios, la lógica nos muestra que no puede ser cierto que Dios nos acepte en Su familia, perdone todos nuestros pecados y luego derrame Su ira sobre nosotros si pecamos "voluntariamente". Basadas en doctrinas erróneas sustentadas por una mala interpretación de estos pasajes, muchas iglesias o asambleas han expulsado a cristianos que han pecado, cerrándoles definitivamente sus puertas, aun cuando se han arrepentido e intentado restablecer su relación con Dios.
Muchas iglesias predican en las calles el perdón de Dios y aceptan en sus congregaciones a alcohólicos, drogadictos, homosexuales, adúlteros, etc., que desean conocer a Dios y cambiar sus vidas. Sin embargo, si algún miembro de la congregación cae en alguno de estos pecados, lo expulsan, le cierran las puertas y no le brindan la oportunidad de arrepentirse y restituir su relación con Dios. Pero, ¿es esta la forma en que Dios trata a sus hijos? ¿Acaso el padre cerró las puertas de su casa al "hijo pródigo" (Lc. 15:11-32)? Todo lo contrario, a pesar de que este hijo se alejó y malgastó todos sus bienes, el padre corrió a recibirlo cuando regresó arrepentido (Lc. 15:20).
Además, en 1 Juan 2:1-2 se nos dice que si pecamos, tenemos un "abogado" que nos defiende y ayuda, Jesucristo. Vean 1 Juan 1:8-10: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a El mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Entonces, ¿Cómo puede Dios, por un lado, afirmar que si confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonarnos, y por otro lado, en Hebreos, declarar que si pecamos "voluntariamente" no queda más sacrificio por el pecado?
Surge una pregunta intrigante al analizar las Escrituras: ¿Cómo puede Dios, por un lado, prometer que si confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonarnos (1 Juan 1:9), y por otro lado, en la Epístola a los Hebreos, declarar que si pecamos "voluntariamente" después de recibir el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado (Hebreos 10:26-31)?
Para entender esta aparente paradoja, es importante considerar el contexto y la intención detrás de cada pasaje.
En 1 Juan 1:9, se enfatiza la misericordia y la justicia de Dios al perdonar nuestros pecados cuando los confesamos. Esto se refiere a la condición humana de debilidad y pecado, y la necesidad de arrepentimiento y perdón.
Por otro lado, en Hebreos 10:26-31, se advierte sobre la gravedad de pecar "voluntariamente" después de recibir el conocimiento de la verdad. En este contexto, se refiere a la rebelión consciente y deliberada contra Dios, después de haber recibido la iluminación y la oportunidad de arrepentimiento.
La clave para entender esta aparente contradicción radica en la intención y el contexto de cada pasaje. Mientras que 1 Juan 1:9 se enfoca en la misericordia y el perdón de Dios, Hebreos 10:26-31 advierte sobre la gravedad de la rebelión consciente contra Dios."
|26| Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,
|27| sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
|28| El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.
|29| ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
|30| Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
|31| ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
En Hebreos 10:26, el verbo "pecar" en griego tiene un matiz importante. La acción verbal es presente y continua, lo que indica una actitud habitual y persistente. Además, la palabra "voluntariamente" sugiere una actitud de complacencia y satisfacción en la acción realizada.
En este contexto, el versículo no se refiere a una caída ocasional debido a la debilidad humana, sino a una actitud deliberada y persistente del corazón que se manifiesta en una conducta continua. Esto implica una elección consciente y una disposición a desafiar la voluntad de Dios, más que un simple error o debilidad. Además, en el versículo 29, se describe una actitud de profundo desprecio hacia Dios, Jesús y la obra de la salvación. Se menciona específicamente:
"Pisotear al Hijo de Dios", lo que implica una falta de respeto y reverencia hacia la persona y la obra de Cristo.
"Tener por inmunda la sangre del pacto", lo que sugiere una falta de aprecio por la sacrificio de Cristo y la nueva alianza establecida a través de Él.
"Hacer afrenta (o insultar) al Espíritu de gracia", lo que implica una oposición directa al trabajo del Espíritu Santo en la vida de las personas.
Esta descripción no se refiere a un creyente que ha caído en tentación y ha pecado, sino más bien a alguien que ha rechazado deliberadamente la fe y se complace en un estilo de vida pecaminoso. Es probable que este pasaje esté dirigido a aquellos que se hacen pasar por cristianos, pero en realidad no han experimentado una transformación espiritual genuina.
Es importante distinguir entre dos conceptos diferentes: pecar y rechazar deliberadamente la gracia de Dios. Cuando somos tentados y caemos en pecado, generalmente lo hacemos de manera consciente, sabiendo que nuestra acción es incorrecta. Sin embargo, si nos arrepentimos sinceramente, Dios está dispuesto a perdonarnos y limpiarnos de nuestro pecado.
Por otro lado, existe una actitud mucho más grave: la de menospreciar el sacrificio de Cristo, pisotearlo y complacerse en el pecado. Esta actitud implica una rechazo deliberado y premeditado de la gracia y la salvación que Dios ofrece a través de Jesucristo. Es una cuestión de corazón y de intención, y tiene consecuencias espirituales mucho más graves que un simple pecado cometido en debilidad.
Para comprender el significado de estos versículos, es esencial considerar el contexto en el que fueron escritos. Lejos de reprender a los creyentes hebreos, el autor los alienta a perseverar en su fe en Cristo, a pesar de las adversidades que enfrentan.
En ese momento, los creyentes estaban siendo perseguidos por profesar su fe en Jesucristo. Estos versículos buscan fortalecer su espíritu y evitar que se desanimen al ver el aparente bienestar de aquellos que rechazan a Cristo.
En esencia, el mensaje de este pasaje es el siguiente: 'Aunque ahora estén pasando por dificultades, recuerden que Dios juzgará a aquellos que rechazan Su salvación y pisotean a Su Hijo. La ira de Dios será mucho más severa que las persecuciones que ustedes están enfrentando'.
El pasaje sigue diciendo
Hebreos 10:32-39 (RV-1960)
|32| Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos;
|33| por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante.
|34| Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.
|35| No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;
|36| porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
|37| Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
|38| Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.
|39| Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.
El contexto de Hebreos 10:25 se centra en fortalecer la fe de los creyentes hebreos para que perseveren en medio de las dificultades y persecuciones. Se les anima a aferrarse a la esperanza de la reunión con Cristo, y a exhortarse y alentarse mutuamente. En este pasaje, la "reunión" se refiere específicamente a la reunión con Cristo. Lo que los cristianos no deben abandonar es la esperanza de esta reunión, especialmente en tiempos de adversidad. Sin embargo, algunos de los destinatarios de esta epístola habían caído en el hábito de olvidar la esperanza de la reunión con Cristo. Aunque ocasionalmente recordaban esta verdad, pronto la dejaban de lado. Esta tendencia sigue siendo común hoy en día.
Muchos creyentes asisten a la iglesia los domingos, se llenan de alegría al escuchar sobre el arrebato de los cristianos y la vida eterna con Cristo, pero al día siguiente, abandonan esta esperanza y se dejan absorber por las preocupaciones del mundo. En lugar de vivir con la expectativa de la vida eterna, se dejan llevar por las circunstancias presentes.
La Biblia nos recuerda que nuestra esperanza debe estar en la vida eterna, donde habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, libres de maldad, pecado, enfermedad y dolor (Apocalipsis 21)."
Como ya hemos visto, la 'reunión' mencionada en Hebreos 10:25 no se refiere a una reunión de creyentes en una iglesia. Sin embargo, esto no significa que los creyentes no necesiten reunirse.
Como miembros del Cuerpo de Cristo, estamos llamados a apoyarnos mutuamente, alentarnos, animarnos y edificarnos unos a otros, utilizando los dones y habilidades que Dios nos ha dado. Para lograr esto, es esencial que nos reunamos con otros creyentes.
La Biblia nos anima a buscar oportunidades para reunirnos y edificarnos mutuamente, pero no establece la necesidad de asistir regularmente a un lugar específico de reunión. En realidad, podemos reunirnos y edificarnos mutuamente en cualquier lugar y momento, siempre y cuando esté presente un espíritu de servicio a Dios y mutua edificación.
La Biblia nos ofrece un ejemplo inspirador en
Hechos 28:30-31. Durante dos años, el apóstol Pablo alquiló una casa como vivienda y la utilizó como un espacio para recibir a personas y predicarles sobre el reino de Dios y la obra de Jesucristo.
Este relato nos muestra que no es necesario contar con un edificio, templo o iglesia especialmente "consagrado" para reunirnos como Cuerpo de Cristo. En realidad, la Biblia enseña que la verdadera comunión se produce cuando dos o más creyentes que aman a Dios se reúnen en cualquier lugar y momento, siempre y cuando lo hagan conforme a la voluntad de Dios.
En otras palabras, la comunión no depende de un lugar físico específico, sino de la presencia de creyentes que se reúnen con el propósito de honrar a Dios y edificarse mutuamente.
No quiero dejar la impresión de que las reuniones masivas de cristianos sean inherentemente malas o contrarias a la voluntad de Dios. De hecho, ciertas reuniones en grandes edificaciones pueden crear un ambiente propicio para la predicación, evangelización y alabanza, siempre y cuando estén organizadas y dirigidas conforme a la voluntad de Dios.
Sin embargo, en estas reuniones grandes, no todos tienen la oportunidad de participar y contribuir de manera individual. Por otro lado, las reuniones pequeñas y más íntimas ofrecen un espacio para que todos participen y se conozcan mejor. En este tipo de reuniones, se puede generar un clima de mayor cercanía y comprensión, lo que permite a los participantes estar más al tanto de las necesidades de los demás y edificarlas de manera más efectiva.
En última instancia, lo que realmente importa no es el lugar, la frecuencia o el número de personas que se reúnen, sino que las reuniones se lleven a cabo conforme a la voluntad de Dios y bajo la dirección de Cristo.
Ya sea que nos reunamos en un gran auditorio o en un pequeño grupo en una casa, ya sea que nos juntemos para compartir una enseñanza, orar, comer y charlar, o cantar, lo fundamental es que lo hagamos:
- No solo para Dios, sino también con Dios.
- Conforme a Su guía y dirección en nuestro interior.
Cuando nos reunimos con esta actitud y enfoque, lo que hacemos se convierte en una fuente de gran bendición y edificación para todos los participantes.
Y ya sea que estemos reunidos con uno, con diez o con mil, ¡nunca perdamos la esperanza de nuestra reunión con Cristo!
Atletas de la palabra
Hno. Douglas G Guanipa