Como cristianos, debemos tener convicciones que definan nuestra
identidad y determinen nuestro estilo de vida y decisiones.
Puede que algunos crean que
nuestras convicciones son un aspecto privado de nuestra vida, pero en realidad
ellas están expuestas a la vista de todos, pues las expresamos con nuestras
acciones diarias. Dios nos ha dado principios bíblicos con el propósito de
protegernos, guiarnos, motivarnos y ayudarnos a vivir de acuerdo a su voluntad.
Como nuestras convicciones tienen una influencia tan poderosa, debemos
examinarlas para determinar si contribuyen o no a nuestro crecimiento
espiritual, o si nos acercan o separan de Dios.
Cuando Pedro y Juan fueron
lanzados en la cárcel por haber sanado a un hombre cojo, se les amenazó para
que no hablasen o enseñasen en el nombre de Jesús. Sin embargo, se mantuvieron
firmes en sus convicciones y dijeron: “Juzgad si es justo delante de Dios
obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que
hemos visto y oído” (Hch 4.19, 20).
El verdadero significado de la
convicción
La palabra convicción puede
ser definida de tres maneras, tal como mencionamos aquí:
v Un
veredicto culpable que se dicta en la corte. Como cuando hablamos de una
convicción por un crimen.
v Una creencia que se sostiene con firmeza. Como
el hecho de que estamos seguros de que Jesucristo es el Hijo de Dios, quien ha
resucitado y quien es el único camino al cielo.
v Un
sentimiento de culpabilidad que proviene del Espíritu Santo, pues Él es quien
convence al mundo de pecado, justicia y juicio (Jn 16.8). Tales convicciones
son las que están relacionadas con nuestra fe. Las mismas deberían tener un
efecto decisivo en nuestra conducta y marcar la diferencia cada vez que debamos
demostrar nuestras creencias a quienes no piensan igual que nosotros
La diferencia entre las convicciones y las preferencias.
Al examinar nuestra vida,
debemos determinar si vivimos por convicciones o preferencias.
v Las
preferencias son creencias que varían de acuerdo a las circunstancias y que
podemos modificar para beneficiarnos. Las preferencias no proveen un cimiento
sólido para nuestra vida, pues dependen de lo que nos ocurra, o pueden ser
cambiadas si se nos ofrece algo mejor, por lo cual son fácilmente abandonadas
ante las tentaciones.
v Una convicción es una creencia sólida y firme,
que está basada en la confianza en la Palabra de Dios. La cual nos hace estar
completamente convencidos de su verdad, de tal manera que asumamos una postura
sin importar las consecuencias. Las convicciones moldean, no solo nuestras
creencias, sino también la manera en la que vivimos y en la que morimos.
Definen nuestra identidad y proveen una dirección sólida que nos mantiene en el
camino correcto sin importar las circunstancias o tentaciones que enfrentemos.
Características de una persona con
convicciones
Nuestra
meta como creyentes es llegar a ser como Pedro y Juan, quienes se mantuvieron
firmes en su fe en Cristo y en la responsabilidad que tenían de proclamar su
salvación, sin importar las amenazas que recibieron. Al imitar su ejemplo
expresaremos las siguientes características:
v Sentido de propósito. Sabemos hacia
donde nos dirigimos y andamos por un camino definido para llegar ahí, al buscar
aquello que va de acuerdo con nuestra identidad en Cristo y al dejar a un lado
lo que no sea de su agrado. En vez de imitar a la mayoría, o buscar nuestro
propio placer, seguimos los principios bíblicos, al buscar la voluntad de Dios
para abstenernos de los pecados que nos rodean
v Fe
en Dios para poder vivir con convicciones. La fuerza que nos permite
mantenernos firmes en nuestras convicciones proviene de la fe en Cristo como
nuestro Salvador y de la Palabra de Dios.
v Valentía ante los desafíos. Es fácil
mantener convicciones firmes cuando estamos en la iglesia, rodeados de personas
que piensan igual que nosotros. Pero si nos rodean personas que creen que los
cristianos somos intolerantes y tontos, necesitamos valor para declarar que
somos seguidores de Cristo y para proclamar la Palabra de Dios.
v Perspectiva en mente. Antes de rendir
nuestras convicciones o de negar lo que realmente creemos, debemos examinar los
efectos a largo plazo que sufriremos al hacerlo
v Fortaleza inusual. Desde el momento en
que fuimos salvos, el Espíritu Santo vino a vivir en nosotros y nos selló como
hijos de Dios (Ef 4.30). Él es nuestro consolador, quien nos capacita para
comprender la verdad y nos da la fortaleza física, emocional y espiritual para
hacer lo correcto en medio de las pruebas y las dificultades (Jn 14.26). Nunca
estaremos solos al ser firmes en nuestras convicciones, pues el Espíritu de
Dios está siempre con nosotros.
v Entendimiento adecuado. El Espíritu
Santo es quien nos da el discernimiento para reconocer la mentira. Las promesas
del mundo de felicidad, prosperidad y placer para los que comprometen las
convicciones bíblicas son un gran engaño. De manera que, si basamos nuestras convicciones
en nuestras propias ideas, deseos y satisfacciones, nos encaminaremos al
desastre. Es al vivir de acuerdo a las convicciones que provienen de Dios que
podemos evitar las consecuencias de seguir los valores de este mundo.
¿Por qué claudicamos de nuestras
convicciones?
¿Qué es lo
que nos motiva para hacer lo malo aun cuando sabemos lo que es bueno?
v El temor a las críticas. Vivimos en una
sociedad donde muchos proclaman tener el derecho de hacer lo que les conviene.
Es por eso que somos criticados al mantenernos firmes en nuestras convicciones
cristianas, o al proclamar lo que Dios enseña acerca del estilo de vida
pecaminoso que otros llevan.
v El temor al rechazo. Si expresamos lo
que creemos, o si vivimos de acuerdo a nuestras convicciones cristianas, puede
que no seamos aceptados por quienes viven de acuerdo a sus propios deseos. Sin
embargo, no debemos sacrificar esas convicciones para complacer a los demás,
pues podemos perder las bendiciones que Dios nos ha preparado.
v El temor a las pérdidas. En ocasiones,
nos negamos a mantenernos firmes en nuestras convicciones, por temor a llegar a
perder a nuestros amigos. Sin embargo, cualquier persona que trate de alejarnos
de los caminos del Señor no es verdaderamente nuestro amigo
Es tiempo de que los hijos de Dios
nos mantengamos firmes, sin importar las consecuencias. Nuestra prioridad debe
ser agradar a Cristo para que seamos hallados fieles a Él y a su Palabra
REFLEXIÓN
v ¿Qué
convicciones dirigen su vida? ¿Qué circunstancias pueden tentarlo a comprometer
sus creencias?
v ¿De
qué manera le ayuda a mantenerse firme el tener una perspectiva a largo plazo?
¿Qué consecuencias puede recibir si compromete sus convicciones? ¿Qué
beneficios recibirá si es fiel a Cristo y a las enseñanzas de la Palabra de
Dios?
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Pastor,
Charles Stanley
Ministerio
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