sábado, 25 de marzo de 2023

"La Conciencia de Dios en nuestro interior"

La conciencia se define como aquella parte del espíritu humano que provoca angustia mental y sentimientos de culpa cuando la quebrantamos, y sentimientos de placer y bienestar cuando nuestras acciones, pensamientos y palabras están en conformidad con nuestros valores cristianos. La palabra griega traducida para "conciencia" en todas las referencias del Nuevo Testamento es suneidēsis, que significa "alerta moral" o "conciencia moral", ella reacciona cuando las acciones, pensamientos y palabras de uno se ajustan a, o son contrarios a, una norma de lo que está bien y lo que está mal. La conciencia casi siempre es vista por el mundo moderno como un defecto que les roba a las personas su autoestima. Sin embargo, lejos de ser un defecto o un desorden, la capacidad que tenemos de sentir nuestra propia culpa es un magnífico obsequio divino que Dios diseñó en el marco mismo del alma humana.

La ética cristiana se basa en la práctica del bien y las buenas obras, tal cual lo manda Jesús en su evangelio, por otra parte, el bien está intrínsecamente en nuestros corazones, es decir que de una u otra forma el evangelio de Jesús está en nuestras conciencias, esto quiere decir que el bien y buen obrar están presente de modo íntimamente en la persona misma, “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”(Romanos 2: 14-16).

Richard Sibbes un escritor puritano en el siglo XVII, escribe que la conciencia, es el alma reflexionando sobre sí misma, es decir, que la conciencia es la esencia que distingue la raza humana. Las personas, a diferencia de los animales, pueden contemplar sus propias acciones y hacer autoevaluaciones morales. Esa es la función propia de la conciencia. Ademas, es una habilidad innata cuya función es discernir lo correcto y lo incorrecto. Todos, incluso los paganos menos espirituales, tienen conciencia: “Cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige, ellos son ley para sí mismos, aunque no tengan la ley. Esto muestra que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan” (Ro. 2:14-15, énfasis agregado).

La conciencia nos suplica que hagamos lo que creemos que es correcto y nos impide hacer lo que creemos que es incorrecto. La conciencia no se debe equiparar con la voz de Dios o la ley de Dios. Es una facultad humana que juzga nuestras acciones y pensamientos a la luz del más alto nivel que percibimos. Cuando violamos nuestra conciencia, esta nos condena, provocando sentimientos de vergüenza, angustia, arrepentimiento, consternación, ansiedad, desgracia e incluso miedo. Cuando seguimos nuestra buena conciencia, esta nos elogia, trayendo alegría, serenidad, autoestima, bienestar y regocijo

¡A!, pero aun así un Gentil puede ser condenado sin la Ley, ¿Cómo? Porque su consciencia (el cual es la obra de Dios escrita en sus corazones) es suficiente para condenarles – o, teóricamente, suficiente para justificarles.

Muchos autores paganos de los días de Pablo se referían a la “ley no escrita” dentro del hombre, ellos pensaban de la conciencia como algo que nos señalaba el camino correcto aunque no esté incluida en leyes escritas, es de muchas maneras más importante que las leyes escritas.

En teoría, un hombre podría ser justificado (“defendido”) al obedecer su consciencia, desafortunadamente, cada hombre ha violado su consciencia que es la revelación interna de Dios a los hombres, de la manera que cada hombre ha violado la revelación escrita de Dios. Aunque Dios tiene Su obra dentro de cada hombre (resultando en la consciencia), el hombre puede corromper esa obra, así la consciencia varía entre persona y persona pudiendo así ser dañada, y aún ser restaurada luego en Cristo Jesús. Si nuestra conciencia nos está condenando por nuestras actitudes, podemos consolarnos en la idea de que Dios es más grande que nuestro corazón (1 Juan 3:20)

Las personas que nunca han escuchado la palabra de Dios directamente aún tienen un compás moral del cual ellos son responsables “La consciencia”.  Esto significa que Dios ha constituido en todos los hombres, dentro de cada uno de nosotros, una obra que nos hace moralmente consientes. 

“Dios, por lo tanto, va a juzgar a todas las naciones de acuerdo con el uso y abuso que ellos han hecho de esta palabra, ya sea que estuviera escrita en sus corazones, o escrita en tablas de piedra.” (Clarke)

"Orad por nosotros, pues confiamos en que tenemos una buena conciencia, deseando conducirnos honradamente en todo". (Heb 13:18)

Hno. Douglas G. Guanipa