Motivar y Fomentar el entrenamiento espiritual aportando las experiencias personales, como parte del órgano impulsor de nuestro crecimiento, apoyándonos en la palabra de Dios.
lunes, 4 de noviembre de 2024
"La esperanza es la fe en la oscuridad"
LA REFORMA.
El 31 de octubre de 1517 Martin Lutero clavó las 95 tesis en la puerta de una Iglesia de Wittenberg, en 1521 fue excomulgado y es por eso que estaremos celebrando (el año que viene) 508 años de que Martin Lutero se presentó delante del emperador y el papa para defender su postura públicamente y decir,
“Estoy cautivo en mi conciencia a la palabra de Dios, no puedo hacer otra cosa que pararme aquí, en esta verdad y en este fundamento”,
Este principio, son las escrituras, que hoy en día es así como lo definimos, viendo hacia atrás, hacia la reforma protestante, podemos ver como es que la biblia la definimos como nuestra autoridad máxima, como nuestro fundamento principal, no la iglesia, no lo que dice un hombre, si no, lo que históricamente Dios reveló a través de su palabra, esa es la revelación de su voluntad para su pueblo, y todo lo que hagamos lo bueno y lo malo tiene que estar basado sobre eso, y lo que decidamos bien sea para bien o para mal también debe estar basado en la palabra de Dios.
La iglesia puede equivocarse, es por eso por lo que debe estar siendo juzgada constantemente sobre la base de la palabra de Dios o siendo reformada sobre la base de la palabra de Dios. No solamente se necesitaba una reforma en el tiempo de Martin Lutero para la iglesia, sino a lo largo de toda la historia se ha necesitado reformas para la iglesia, hoy tenemos que evaluar como es que tenemos que reformar la iglesia para ser más fieles a lo que la palabra de Dios nos está mostrando, es muy fácil que la iglesia se desvíe, es muy fácil que comencemos a creer en doctrinas de hombres o que tradiciones de hombres se vuelvan el centro, debemos comprender que nuestra convicción en la palabra de Dios se vuelva nuestra máxima prioridad y sea un factor de unidad donde podamos decidir cuáles son los temas más importantes, cuáles son las verdades por las cuales existe la unidad, claro existe una unidad falsa que ignora la verdadera unidad que dice, vamos a estar todos juntos tal cual dice el movimiento ecuménico de diferentes religiones tratando de juntarse y decir estamos juntos, no importa que tú creas en buda, no importa que tú creas en Mahoma, que tú creas en otra divinidad, todo es lo mismo, este tipo de unidad ignora la verdad, esta no es la verdadera unidad, el tipo de unidad de la cual llama Dios es la que está basada en la verdad de la palabra de Dios y como Iglesia tenemos que buscar cuáles son esas verdades, ir a la biblia y ver cuáles son esas verdades, hay algo que he comprendido, las cosas en donde la biblia habla más son más importantes y las cosas donde la biblia habla menos son menos importantes, pero importantes al fin, ver a través de la palabra de Dios los temas importantes como la salvación (como somos salvos) quien es Dios primeramente y el tener a la biblia como nuestra principal autoridad, estos temas mis queridos hermanos, son los que nos une.
¿QUE TAL SI POR UN DÍA JESÚS SE CONVIERTE EN USTED? ( Primera Parte) POR: MAX LUCADO
¿Qué tal si, por un día y una noche, Jesús viviera la vida suya con el corazón de Él? El corazón que usted tiene en el pecho tiene el día libre y su vida la dirige el corazón de Cristo. Las prioridades de Él gobiernan sus acciones. Las pasiones de Él impulsan sus decisiones. El amor de Cristo dirige su conducta.
"Gloria al Bravo Pueblo"
Sabes algo mi querido amigo. "Cuando escuchamos el himno nacional de Venezuela, nos invade una mezcla de emociones: melancolía, alegría y nostalgia. Es como si el alma se nos llenara de sentimientos encontrados, recordándonos momentos pasados que nunca volverán. Y es que, para muchos venezolanos, el himno nacional es más que una simple canción patriótica; es un lullaby que nos transporta a la infancia, a los momentos en que nuestras madres o abuelas nos arrullaban con aquellas canciones tradicionales que parecían tener el poder de calmar cualquier tormenta.
viernes, 25 de octubre de 2024
¿LE ESTAMOS ROBANDO A DIOS? PARTE 1
Malaquías 3:8 (RV-1960)
¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.
Numerosos predicadores, "pastores", maestros y líderes cristianos han empleado este versículo para enseñar que, si una persona no entrega su diezmo, está "robando" a Dios.
Si examinamos detenidamente toda la Biblia y evitamos sacar los versículos de contexto, se vuelve evidente que la ley del diezmo estaba destinada exclusivamente a Israel durante los tiempos en que los sacerdotes oficiaban en el templo. Solo los descendientes de Leví tenían derecho a recibirlo, y su propósito era mantener a los sacerdotes. Dios les había prohibido trabajar en otras ocupaciones (pueden consultar Números 18:20-32 para obtener más detalles).
Es fundamental comprender que el contexto histórico y cultural influye en la interpretación de las enseñanzas bíblicas. Por lo tanto, al considerar el diezmo en la actualidad, debemos reflexionar sobre su significado y aplicarlo con discernimiento.
En la Epístola a los Hebreos, se nos revela que el antiguo templo y su servicio eran símbolos de realidades espirituales más profundas. Sin embargo, con la resurrección de Jesús, se produjo un cambio significativo. Él ascendió al cielo mismo, que ahora es el verdadero "templo" donde la presencia divina reside. Como cristianos, ya no vivimos bajo la sombra de figuras y rituales, sino bajo el señorío de Cristo, quien actúa como el mediador entre Dios y nosotros (Hebreos 8:3-6; 9:9-14).
Este pasaje nos invita a comprender que nuestra relación con Dios no está limitada por las estructuras físicas o las prácticas ceremoniales del pasado. En Cristo, encontramos la plenitud y la verdadera comunión con el Creador. Su sacrificio perfecto trasciende cualquier sombra o figura, y nos permite acercarnos a Dios directamente, confiando en su gracia y amor incondicional.
Es cierto que insistir en que el diezmo es obligatorio en la actualidad y que no darlo equivale a robar a Dios es un enfoque erróneo. Sin embargo, podemos extraer lecciones valiosas de estos versículos.
La Biblia nos invita a reflexionar sobre la generosidad, la obediencia y la devoción. Aunque el contexto específico del diezmo no se aplica directamente a los creyentes actuales, podemos aprender lo siguiente:
1. Generosidad: El principio de dar parte de nuestros recursos para apoyar la obra de Dios y ayudar a los necesitados sigue siendo relevante. La generosidad es una expresión de gratitud y confianza en Dios.
2. Conexión con el Sacerdocio de Cristo: Como mencionamos, Jesús es nuestro Sumo Sacerdote y mediador ante Dios. Su sacrificio perfecto nos libera de las restricciones legales y nos permite acercarnos a Dios directamente.
3. Motivación del Corazón: Más allá de las prácticas externas, Dios mira nuestros corazones. La actitud con la que damos es crucial. ¿Lo hacemos por deber o por amor y gratitud?
Aunque no estamos bajo la ley del diezmo, podemos aplicar principios más amplios de generosidad y devoción en nuestra relación con Dios y con los demás.
En el versículo 7 de Malaquías 3, Dios reprende a los israelitas por alejarse de sus mandamientos. El diezmo era solo uno de los problemas que enfrentaban; su distancia espiritual de Dios los había sumido en la pobreza y dificultades. Sin embargo, en medio de esta corrección, Dios les ofrece una promesa de restauración: Si se volvían a Él, experimentarían sus bendiciones renovadas.
Este pasaje nos recuerda la importancia de la obediencia y la cercanía con Dios. Aunque el contexto específico se refiere al antiguo Israel, la lección trasciende el tiempo y nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el Creador. Cuando nos volvemos a Dios con sinceridad y arrepentimiento, encontramos su gracia y provisión en nuestras vidas.
En aquel tiempo, el diezmo tenía una importancia crucial porque constituía el sustento vital para los sacerdotes. Estos hombres, a quienes Dios había prohibido dedicarse a otras ocupaciones, dependían exclusivamente de las ofrendas y los diezmos para su subsistencia. Si no recibían estas contribuciones, se encontraban en una situación precaria, sin medios para alimentarse o mantenerse.
En el versículo 10 de Malaquías 3, Dios insta al pueblo de Israel a cumplir con esta responsabilidad: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa”. Aquí, Dios no solo se preocupa por el bienestar material de los sacerdotes, sino también por el funcionamiento adecuado del templo y la comunidad en general.
Este pasaje nos recuerda la importancia de la generosidad, la obediencia y la confianza en Dios. Aunque el contexto histórico es específico para Israel, podemos extraer principios aplicables a nuestra vida actual. La devoción sincera y la fidelidad en nuestras ofrendas siguen siendo relevantes, y Dios promete bendiciones cuando cumplimos con un corazón agradecido.
La palabra “robará” y “robado” provienen de la raíz hebrea “cabá”, que conlleva el significado de “vaciar, despojar, robar”. En el contexto bíblico, cuando Dios acusa a los israelitas de no entregar el diezmo, utiliza esta metáfora para transmitir una verdad espiritual profunda. El templo, que simbolizaba la presencia de Dios en la tierra, estaba vacío en más de un sentido. No solo carecía de las ofrendas y los diezmos necesarios para su funcionamiento, sino que también representaba una desconexión espiritual. Los sacerdotes, cuyo sustento dependía de estas contribuciones, estaban en una situación precaria. Dios, aunque Todopoderoso, elige obrar a través de personas. Nos ha creado como una gran familia, destinada a conectarse, relacionarse y edificarse mutuamente. Al abandonar a nuestros hermanos en Cristo y descuidar nuestro propio servicio, estamos, en cierto sentido, despojando a Dios. Le estamos privando de la capacidad de llevar a cabo la obra que desea realizar en el mundo, el llamado a la generosidad y la comunión no solo es una cuestión de recursos materiales, sino también de corazón y obediencia. Dios nos invita a participar activamente en su obra, confiando en que, a través de nuestra colaboración, su propósito se cumplirá.
1 Corintios 6:15-20 (RVA)
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con El. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
En un pasado no muy lejano, éramos esclavos del pecado, condenados a la muerte y la destrucción. Nuestra existencia carecía de esperanza, y el abismo del lago de fuego parecía inevitable. Sin embargo, en un acto de amor y gracia, Dios envió a Jesús como nuestro Salvador. Su sacrificio transformó nuestra realidad. Ahora, todo aquel que confía en El como Señor recibe la promesa de vida eterna en la era venidera.
Nuestra vida ya no nos pertenece exclusivamente; es un regalo divino. El “templo” que debemos cuidar y mantener no es un edificio de piedra, sino nuestro propio cuerpo y el Cuerpo de Cristo, la comunidad de creyentes. En esta nueva vida, somos llamados a honrar a Dios y servir a los demás, reconociendo que somos parte de algo más grande y eterno.
Aunque en la actualidad no estamos bajo la obligación de diezmar, y nadie está literalmente robando a Dios por no dar el diezmo, existe una perspectiva espiritual interesante. Podríamos decir que, de alguna manera, “despojamos” o “privamos” a Dios cuando entregamos nuestro cuerpo al pecado. Permíteme explicarlo:
Nuestra vida, en un sentido profundo, fue comprada por Dios. El sacrificio de Jesús en la cruz nos redimió y nos liberó del poder del pecado y la muerte. Por lo tanto, nuestra existencia ya no nos pertenece exclusivamente; es un regalo divino. Cuando cedemos a las tentaciones y permitimos que el pecado gobierne nuestras acciones, estamos utilizando aquello que Dios adquirió con su propio sacrificio. En lugar de vivir para el pecado, debemos considerar nuestra vida como un templo sagrado. No uno hecho de piedras, sino nuestro propio cuerpo. También somos parte del Cuerpo de Cristo, la comunidad de creyentes. Al cuidar y mantener este “templo”, honramos a Dios y reconocemos su obra en nosotros. Así que, aunque no sea un robo literal, nuestras decisiones sí tienen un impacto espiritual profundo.
Ningún pecado nos va a alejar del amor de Dios y hacer perder la vida en la era venidera, pero tengamos en cuenta que nuestra vida le costó un gran sufrimiento al Señor Jesús, así que, en lugar de “despojar” a Dios de Sus pertenencias (nuestras vidas), lo mejor que podemos hacer es honrarle, cuidando nuestros cuerpos y cuidando a nuestros hermanos, que son el Cuerpo de Cristo.
Como creyentes, tenemos una doble responsabilidad: cuidar de nuestros cuerpos y edificar el Cuerpo de Cristo. Permíteme desglosar estas dos áreas:
Cuidado de Nuestros Cuerpos:
1. Buena Alimentación: Nuestro cuerpo es un templo sagrado. Debemos nutrirlo adecuadamente con una dieta saludable. Alimentarnos bien no solo beneficia nuestra salud física, sino también nuestra mente y espíritu.
- Ejercicio: Mantenernos activos y cuidar nuestra salud física es esencial. El ejercicio regular fortalece nuestro cuerpo y nos permite servir a Dios y a los demás con energía y vitalidad.
- 3. Oración y Lectura de la Palabra: Alimentamos nuestro espíritu a través de la oración y la meditación en la Palabra de Dios. Estos hábitos nos conectan con nuestro Creador y nos guían en nuestro caminar diario.
- Servicio a Nuestros Hermanos: Como miembros del Cuerpo de Cristo, debemos buscar oportunidades para servir a nuestros hermanos. Si tienes tiempo libre, úsalo para edificar a otros. Un simple gesto de amor puede marcar la diferencia en la vida de alguien.
- Generosidad: Si tienes recursos adicionales, compártelos. Si te sobra dinero, considera ayudar a la obra de Dios o a un hermano necesitado. Si posees conocimiento, compártelo para enriquecer a otros.
- Generosidad Voluntaria (versículo 7):
- Libre Propósito: Cada persona debe dar según lo que haya decidido en su corazón. No debe hacerlo por tristeza o por obligación, sino con alegría y voluntad.
- Dios Ama al Dador Alegre: Dios valora la actitud de aquellos que dan con gozo y generosidad.
- La Gracia Abundante de Dios (versículo 8)
- Poder de Dios: Dios tiene el poder de hacer que su gracia abunde en nosotros. Esta gracia nos capacita para tener todo lo necesario en todas las circunstancias.
- Abundancia para Toda Buena Obra: Cuando confiamos en Dios, no solo tenemos lo suficiente, sino que también estamos equipados para hacer buenas obras.
- La Justicia de Dios (versículo 9):
- Cita del Salmo 112:9: “Esparció; dio a los pobres”. Esta referencia subraya la justicia y la compasión de Dios hacia los necesitados.
- Permanencia de la Justicia de Dios: La justicia divina es eterna y constante.
- Multiplicación y Frutos de Justicia (versículo 10)
- El Dador de Semilla y Pan: Dios provee tanto para el que siembra como para el que necesita alimento. Su provisión es abundante.
- Multiplicación de la Semilla: Cuando damos, Dios multiplica nuestra semilla, y los frutos de nuestra justicia crecen.
"La Ira de Dios: Una Verdad Incómoda"
La Libertad de Elegir y la Obstinación del Corazón: Un Desafío para los Creyentes
- San Agustín: No se puede obligar a alguien a ser bueno
- Martín Lutero: La Fe no se puede imponer por la fuerza
- John Wesley: La verdadera Fe no se puede forzar.
- El Pecado Original: La naturaleza pecaminosa del ser humano nos inclina naturalmente a la rebelión y a la desobediencia hacia Dios.
- El Miedo: El temor a lo desconocido, a la vulnerabilidad o al cambio puede llevarnos a aferrarnos a nuestras propias ideas y perspectivas.
- La Ignorancia Espiritual: La falta de conocimiento de la Palabra de Dios y de su plan para nuestras vidas puede obstaculizar nuestro crecimiento espiritual.
- Estancamiento Espiritual: Impide que experimentemos el crecimiento y la transformación que Dios desea para nosotros.
- Sufrimiento: La obstinación puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas que causan dolor y sufrimiento.
- Lejanía de Dios: Crea una barrera entre nosotros y la fuente de toda vida y amor.
- Reconocer el Problema: El primer paso es admitir que tenemos un corazón obstinado y que necesitamos la ayuda de Dios.
- Buscar a Dios en Oración: La oración es un canal de comunicación directa con Dios, donde podemos derramar nuestros corazones y buscar su guía.
- Estudiar la Biblia: La Palabra de Dios es un instrumento poderoso para transformar nuestras mentes y corazones.
- Cultivar la Humildad: Aprender a reconocer nuestras limitaciones y a depender de Dios en todas las cosas.
- Perdonar: Liberarnos del resentimiento y la amargura que endurecen nuestro corazón.
- Rodearnos de Creyentes: Conectar con una comunidad de fe que nos apoye y nos desafíe a crecer espiritualmente.
- Permitir que el Espíritu Santo Obre en Nosotros: Rindiéndonos a la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, permitimos que Él transforme nuestros corazones.
viernes, 26 de julio de 2024
"La esperanza es la fe en la oscuridad"
En medio de la oscuridad y la adversidad que atraviesa Venezuela, la esperanza es el faro que guía al pueblo hacia la libertad y la justicia. A pesar de las dificultades y los desafíos, la fe y la esperanza en un futuro mejor siguen ardiendo en el corazón de los venezolanos. Como dice el salmista en Salmo 43:5, "¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, él es la salvación de mi rostro y mi Dios".
La esperanza es el ancla que nos mantiene firmes en medio de la tormenta, y es la fe en Dios lo que nos da la fuerza para seguir adelante. En Romanos 8:25, se nos dice que "la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que uno ve, ¿por qué esperarlo?".
La lucha por la libertad en Venezuela no es fácil, pero con la esperanza y la fe en Dios, el pueblo puede superar cualquier obstáculo. Como dice el profeta Isaías en Isaías 40:31, "pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán".
La libertad es un derecho fundamental que nos ha sido dado por Dios, y es nuestra responsabilidad luchar por ella. En Juan 8:36, Jesús nos dice que "si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres".
En conclusión, la esperanza y la libertad son dos conceptos que están estrechamente relacionados. La esperanza es la fe en un futuro mejor, y la libertad es el derecho que nos ha sido dado por Dios para vivir nuestra vida con dignidad y respeto. Que la esperanza y la fe en Dios sean el faro que guíe al pueblo venezolano hacia la libertad y la justicia.
La esperanza en Dios es el ancla del alma.
martes, 23 de julio de 2024
La Búsqueda del Significado en un Mundo de Mentiras.
Este pasaje destaca la autoridad apostólica de Pablo, la continuidad del evangelio con las promesas del Antiguo Testamento, y la centralidad de Jesucristo en el plan de salvación. Además, subraya la misión universal de llevar el evangelio a todas las naciones y el llamado a la santidad de los creyentes
El enfoque de la instrucción de Pablo en la epístola a los Romanos se centra en una frase al final del versículo 1: el Evangelio de Dios. Este es, en realidad, el tema central de toda la epístola: las Buenas Nuevas de Dios.
En un mundo donde las noticias parecen ser cada vez más negativas, un vistazo rápido a cualquier periódico o revista semanal nos recuerda que las malas noticias predominan y continúan empeorando. Lo que vemos a gran escala es simplemente una multiplicación de lo que ocurre a nivel individual: malas noticias. Este fenómeno se ha convertido en un coloquialismo de nuestra época: “malas noticias”. Los hombres y las mujeres están bajo un poder aterrador, un poder que reside en lo más profundo de su ser y que los empuja hacia la autodestrucción. Sin embargo, el Evangelio de Dios ofrece una esperanza radicalmente diferente. Es un mensaje de salvación, redención y transformación, que contrasta poderosamente con la desesperanza y la negatividad que nos rodea. Este evangelio no solo promete vida eterna, sino también una renovación completa del ser humano, liberándolo del poder destructivo del pecado y guiándolo hacia una vida de paz y santidad en Cristo.
Ese poder es el pecado, y el pecado es lo que trae las malas noticias. En resumen, identifico cuatro áreas principales en las que el pecado genera malas noticias para la humanidad. Estas áreas son, en cierta medida, secuenciales. No pretendo que esta lista sea exhaustiva ni que cubra todas las áreas de la vida, sino que sirva para motivar la reflexión.
La primera mala noticia que el pecado trae a un individuo es el egoísmo. Es una triste realidad de la existencia humana que cada uno de nosotros está inclinado a satisfacer sus propios deseos particulares, sin importar el costo. Este egoísmo innato nos lleva a poner nuestras necesidades y deseos por encima de los demás, causando conflictos y sufrimiento tanto a nivel personal como comunitario.
El elemento básico de la pecaminosidad es el dominio del yo, del ego. Este problema comenzó con la caída de Satanás, quien dijo cinco veces: “Yo haré, haré, haré, haré, haré”. El hombre ha heredado esta apetencia con la entrada del pecado en el mundo. Es absolutamente egoísta y está centrado en sí mismo. Desea hacer lo que quiere, y si se le permite, lo hará. Lo que una sociedad permita, él lo llevará a cabo; irá hasta donde la tolerancia de la sociedad lo permita. El hombre consumirá todo lo que sus ojos deseen, en su propia concupiscencia; consumirá cosas, consumirá a las personas y se consumirá a sí mismo.
Cuando un amigo, un cónyuge, un amante o un miembro de la familia deja de proveer lo que un individuo desea, es descartado como un par de zapatos viejos que ya no sirven para nada. Este egoísmo desenfrenado lleva a la destrucción de relaciones y a la deshumanización de los demás, convirtiéndolos en meros objetos de consumo. La raíz de este comportamiento es el pecado, que distorsiona la naturaleza humana y la aleja del propósito divino de amor y servicio mutuo.
Un mundo de derechos y un corazón egoísta: Una mirada profunda al texto.
Vivimos en una época donde la búsqueda de derechos individuales se ha convertido en una prioridad para muchos. Esta demanda constante no es más que una manifestación del egoísmo profundo que reside en el corazón humano. La meta última parece ser la satisfacción personal, una búsqueda que, aunque legítima en apariencia, puede llevar a la autodestrucción.
En cualquier ámbito de la vida, ya sea en los negocios, en el matrimonio o en relaciones amorosas, el deseo egoísta de obtener ganancia, fama, dominio, popularidad, dinero y satisfacción física puede pervertir nuestras acciones y decisiones. Este enfoque centrado en uno mismo no solo afecta nuestras relaciones personales, sino que también contribuye a un estado general de auto-consumismo.
El pecado, en su esencia, empuja a la humanidad hacia este estado de egoísmo. Nos lleva a consumir todo a nuestro alrededor en un intento de satisfacer nuestros deseos, sin considerar las consecuencias para los demás. Este ciclo de auto-consumismo no solo destruye nuestras relaciones y comunidades, sino que también nos deja vacíos y desilusionados, alejándonos del verdadero propósito de nuestras vidas: vivir en amor y servicio mutuo.
Esto nos invita a reflexionar sobre una realidad actual: la constante búsqueda de derechos y la satisfacción personal como motor de nuestras acciones. Sin embargo, esta búsqueda desenfrenada, a menudo impulsada por un egoísmo desmedido, puede conducir a consecuencias nefastas.
Más allá de los derechos: la raíz del egoísmo:
El texto va más allá de una simple crítica a la reivindicación de derechos. Señala que esta demanda esconde una motivación profunda: el egoísmo autodestructivo. La obsesión por los derechos individuales, muchas veces, surge de un deseo desmedido de satisfacción personal, sin considerar las consecuencias para los demás o para la sociedad en general.
La satisfacción personal como meta final:
La satisfacción personal como la meta final que guía las acciones de muchos individuos. Esta búsqueda desenfrenada de placer y bienestar propio puede llevar a pervertir las relaciones humanas y las instituciones sociales
Egoísmo en todas las esferas:
El autor destaca que el egoísmo no se limita a un ámbito específico, sino que permea todas las esferas de la vida: desde el mundo de los negocios, donde la competencia desmedida busca el lucro personal a costa de todo, hasta el matrimonio y las relaciones amorosas, donde el amor propio puede corromper los lazos afectivos.
El pecado como catalizador del auto-consumismo:
La noción del pecado como una fuerza que empuja a la humanidad hacia un estado de auto-consumismo. Esta visión sugiere que la búsqueda egoísta de satisfacción personal no solo daña a los demás, sino que también nos aleja de nuestro verdadero propósito y nos conduce a la destrucción.
Alguien dijo una vez que deberíamos usar las cosas y amar a las personas, pero en lugar de eso, amamos las cosas y usamos a las personas. Esta inversión de valores lleva a una profunda incapacidad para sostener relaciones significativas. El hombre, atrapado en su egoísmo, se vuelve incapaz de amar verdaderamente y de dar desinteresadamente. En lugar de encontrar alegría en la abnegación y el servicio a los demás, busca satisfacción en la acumulación de bienes materiales y en el uso de las personas para sus propios fines. Esta búsqueda egoísta no solo destruye las relaciones, sino que también priva al individuo de la fuente más obvia de gozo verdadero: el amor y la entrega desinteresada. El verdadero gozo y la realización personal no se encuentran en la posesión de cosas, sino en la capacidad de amar y servir a los demás. Al invertir nuestros valores y priorizar el amor y el servicio sobre la acumulación y el uso, podemos encontrar una satisfacción más profunda y duradera.
El hombre, dominado por una avaricia egoísta, se aísla progresivamente de todo y de todos. Este aislamiento no solo lo aleja de las relaciones significativas, sino que también lo sumerge en una espiral de desesperanza y soledad absoluta. En su búsqueda insaciable de satisfacción a través de la acumulación de bienes y placeres, descubre una verdad amarga: la ley de la devolución decreciente. Cuanto más posee, menos satisfacción encuentra. Este ciclo vicioso de consumo y desilusión revela una profunda verdad sobre la naturaleza humana: la verdadera satisfacción no se encuentra en la acumulación de cosas materiales, sino en la conexión genuina con los demás y en la entrega desinteresada. Al buscar llenar el vacío interior con cosas efímeras, el hombre se priva de la alegría duradera que proviene del amor, la comunidad y el propósito trascendental. Para romper este ciclo, es necesario un cambio de enfoque: de la avaricia a la generosidad, del egoísmo al altruismo, y de la soledad a la comunidad. Solo entonces podrá el hombre encontrar una satisfacción verdadera y duradera, que no disminuye con el tiempo, sino que se enriquece con cada acto de amor y servicio.
El pecado, en su esencia, ha traído consigo una serie de malas noticias, comenzando con el egoísmo. Este egoísmo es una trampa que nos lleva a la desesperanza, ya que nos aísla y nos priva de relaciones significativas y de la verdadera alegría. Sin embargo, el impacto del pecado no se detiene ahí. El egoísmo que el pecado genera nos conduce a una segunda área de malas noticias: la culpabilidad. El auto-consumismo, el uso y abuso de las personas para alcanzar nuestros propios fines, inevitablemente nos lleva a sentirnos culpables. Esta culpabilidad no es accidental; es parte del diseño divino. Dios ha implantado en el hombre una conciencia que lo alerta cuando peca, para que pueda reconocer su necesidad de arrepentimiento y redención. Sin esta sensación de culpabilidad, el hombre estaría en peligro de continuar en su camino destructivo sin freno, alejándose cada vez más de Dios y de la posibilidad de salvación. La culpabilidad, entonces, aunque dolorosa, es un mecanismo que puede llevarnos de vuelta a la senda correcta, recordándonos nuestra necesidad de gracia y perdón.
El dolor físico es una señal que nos alerta de que algo no está bien en nuestro cuerpo y nos impulsa a buscar ayuda. De manera similar, la culpabilidad es una señal espiritual y emocional que nos indica que estamos en el camino equivocado y que algo debe cambiar. Sin embargo, en lugar de atender esta señal, muchas personas se sienten oprimidas por la culpabilidad y sus consecuencias.
Las malas noticias son que la culpabilidad puede llevar a una vida llena de ansiedad, temor, insomnio y problemas psicológicos. Esta carga emocional puede manifestarse en enfermedades físicas como úlceras y otras dolencias. En un intento desesperado por aliviar esta culpabilidad, algunas personas recurren a la embriaguez, el suicidio u otros medios destructivos. Vivimos en un mundo aterrador, donde muchas personas están llenas de pánico debido a su culpabilidad. Para ocultar este sentimiento, a menudo adoptan una fachada frívola. Algunos intentan evitar la culpabilidad real a través del dinero, las posesiones, el alcohol, las drogas, el sexo, los viajes o el psicoanálisis. Otros buscan culpar a la sociedad, a tradiciones bíblicas anticuadas, a Dios, a los cristianos, a la iglesia, a sus padres o incluso a traumas prenatales. He escuchado de un hombre que culpó a un plátano que su madre le dio cuando era pequeño para justificar su culpabilidad. En lugar de buscar soluciones superficiales, es crucial enfrentar la culpabilidad de manera constructiva. Reconocer nuestros errores, buscar el perdón y hacer cambios positivos en nuestras vidas puede liberarnos de esta carga y llevarnos a una vida más plena y significativa.
El egoísmo conduce al pecado, y este, inevitablemente, trae consigo la culpabilidad. Intentar culpar a otros por nuestros propios errores solo multiplica esa culpabilidad, ya que no solo somos responsables de nuestros pecados, sino también de la injusticia de culpar a quienes no lo merecen. Esto agrava aún más las malas noticias: el egoísmo lleva a la culpabilidad, y la culpabilidad lleva a una vida sin significado.
El hombre se encuentra atrapado en una trampa de su propio egoísmo, un ciclo vicioso que no lo lleva a ningún lugar, excepto a una culpabilidad abrumadora. Eventualmente, se pregunta: “¿Es esto todo lo que hay en la vida? ¿Hubiera sido mejor no haber nacido?”. La vida se convierte en un ciclo interminable de búsqueda de satisfacción, una búsqueda que resulta imposible y que solo produce más culpabilidad. En una vida sin satisfacción, surgen todas las preguntas fundamentales: “¿Esto es todo lo que hay? ¿Dónde están las verdaderas respuestas? ¿Cuáles son las preguntas correctas? ¿Por qué vivo? ¿Cuál es el significado de mi vida? ¿Qué es la verdad? ¿Dónde puedo encontrar la verdad?”. Estas preguntas reflejan una profunda insatisfacción y una búsqueda desesperada de sentido y propósito. Para romper este ciclo, es esencial reconocer la raíz del problema: el egoísmo y el pecado. Solo al enfrentar estos y buscar una vida de amor, servicio y verdad, podemos encontrar respuestas significativas y una satisfacción duradera.
El hombre es constantemente alimentado con una dieta de mentiras por parte de Satanás, el gran mentiroso, quien controla el sistema del mundo. Estas mentiras nunca proporcionan respuestas a las preguntas fundamentales sobre el significado de la vida, y por ello, el hombre nunca escucha una respuesta verdadera, nunca encuentra una solución real; las noticias siempre son malas, esto es lo que Edna St. Vincent Millay quiso expresar cuando dijo: “La vida debe seguir y simplemente olvido por qué”. Vivimos en una serie de periodos de 24 horas sin importancia, sin significado, donde nada cambia y todo parece vacío. Como el personaje principal en una de las novelas de Sartre dijo: “Decidí matarme a mí mismo para quitar, por lo menos, una vida superflua”. En esta cadena de malas noticias traídas por el pecado, encontramos un cuarto elemento que me gusta llamar ‘desesperanza’. El egoísmo lleva al pecado, el pecado trae culpabilidad, y la culpabilidad conduce a una vida sin significado. Esta desesperanza es el resultado final de una vida atrapada en el ciclo del pecado y la mentira. Sin una verdad que nos guíe, sin un propósito que nos motive, la vida se convierte en un vacío interminable.
Vivimos en un mundo donde el egoísmo, alimentado por las mentiras de Satanás, nos lleva a una espiral de pecado y culpabilidad. Este ciclo destructivo no solo nos aísla y nos llena de desesperanza, sino que también nos priva de la verdadera satisfacción y significado en la vida. La búsqueda insaciable de satisfacción personal a través de bienes materiales y placeres efímeros solo agrava nuestra culpabilidad y nos deja vacíos. La culpabilidad, aunque dolorosa, es una señal divina que nos alerta de que estamos en el camino equivocado. Nos invita a reflexionar y a buscar una vida de amor y servicio, en lugar de una vida centrada en nosotros mismos. Sin embargo, muchas veces intentamos ocultar esta culpabilidad con excusas y distracciones, lo que solo nos lleva a una mayor desesperanza.
La verdadera solución a este ciclo de desesperanza se encuentra en reconocer nuestras fallas, arrepentirnos y buscar la verdad y el propósito en Dios. Solo al vivir una vida de amor, servicio y verdad podemos encontrar una satisfacción duradera y un significado profundo. Este cambio de enfoque nos libera de la trampa del egoísmo y nos permite experimentar la verdadera alegría y paz que provienen de una vida centrada en Dios y en el bienestar de los demás. Amen.
"La patología de los falsos maestros"
En el clímax de su carta a Timoteo, el apóstol Pablo aborda un tema crucial para la salud espiritual de la iglesia: la presencia de falsos maestros. Como un hábil médico espiritual, Pablo utiliza un lenguaje cargado de terminología médica para describir la naturaleza dañina de estas enseñanzas erróneas, comparándolas con una enfermedad que puede corromper la fe de los creyentes.
¿Te intriga conocer cómo Pablo describe a estos falsos maestros y qué podemos aprender de sus palabras?
Hoy nos adentramos en el fascinante tema de "La patología de los falsos maestros", utilizando una analogía médica para comprender mejor su naturaleza y peligrosidad.
Desentrañando la patología de los falsos maestros: Un análisis profundo en 1 Timoteo 6:3-5
El término patología se refiere al estudio de las enfermedades, sus causas, desarrollo y efectos. En este contexto, el apóstol Pablo utiliza una metáfora médica poderosa para describir a los falsos maestros y sus enseñanzas erróneas, comparándolos con una enfermedad que amenaza la salud espiritual de la iglesia.
¿Cómo se relaciona esto con los falsos maestros?
Pablo, en este pasaje, nos presenta una radiografía precisa de estos individuos, exponiendo los elementos anormales que caracterizan su enseñanza.
¿Es la enseñanza falsa una enfermedad?
Sí, así lo define Pablo. Es una enfermedad mortal que infecta la fe y corrompe la verdad. Y al igual que las enfermedades físicas, presenta una patología observable y síntomas que la delatan.
¿Dónde encontramos otras advertencias sobre los falsos maestros en esta epístola?
Pablo ya nos había alertado sobre esta amenaza en el capítulo 1, versículos 3-7, 18-20, y en el capítulo 4:1-5. Y regresará al tema en el capítulo 6:20-216:20-21, para cerrar la epístola con un llamado a la vigilancia.
“La Patología de los Falsos Maestros”
En su discurso anterior y en los que seguirán, Pablo profundiza en la patología de los falsos maestros. Estos líderes espirituales desvían a las personas del estado espiritual saludable y los infectan con una enfermedad interna. Recientemente, nuestra sociedad ha tomado conciencia de la patología de una enfermedad específica: el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). A través de los medios, vemos las terribles consecuencias físicas y la trágica muerte que esta enfermedad puede causar. Sin embargo, su impacto no se limita al individuo; también puede afectar y devastar a toda una sociedad. El poder destructivo del SIDA es aterrador y mortal, y su capacidad para afectar a una población completa es innegable.
En la actualidad, estamos plenamente conscientes de la patología del SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). Esta enfermedad provoca desviaciones significativas de la condición normal en quienes la padecen, debilitando su sistema inmunológico y dejándolos vulnerables a otras enfermedades invasoras. El SIDA no solo afecta el cuerpo físico, sino también la vida emocional y social de quienes lo enfrentan. Es curioso que algunas personas minimicen la gravedad del SIDA. A pesar de los avances en la educación y la prevención, persisten mitos y desinformación. La propaganda, tanto a favor como en contra, ha contribuido a la confusión. Se nos insta a practicar el sexo seguro y evitar compartir agujas, pero, aun así, la enfermedad sigue siendo una amenaza real. Además, se lucha por proteger los derechos de los portadores de VIH. Las pruebas de SIDA se realizan de manera anónima, y los números reemplazan los nombres en los registros médicos. Sin embargo, la magnitud de la epidemia no puede ocultarse. Recientemente, se descubrió que el SIDA puede transmitirse incluso a través de un simple trasplante de piel, lo que subraya la necesidad de seguir investigando y educando sobre esta enfermedad.
En medio de la avalancha de información y el pánico, algunos intentan minimizar la gravedad del SIDA. Pero, a pesar de todo, somos cada vez más conscientes de que vivimos al borde de un desastre. No solo tememos catástrofes nucleares, sino también los efectos de nuestros propios errores, manifestados en forma de enfermedad. La gente está asustada, quizás más que en cualquier otro momento de la historia. Desconocemos cómo se transmite esta enfermedad y qué consecuencias puede tener.
“La Gravedad de la Enseñanza Falsa”
Aunque el SIDA es una enfermedad mortal con un potencial destructivo, su alcance no se compara con la mortandad de la enseñanza falsa. El SIDA afecta los cuerpos físicos, pero la enseñanza falsa condena almas. He conocido a personas que murieron con SIDA, pero antes de su partida, entregaron sus vidas a Jesucristo. El SIDA afectó sus cuerpos, pero no sus almas.
La enseñanza falsa, en cambio, tiene consecuencias eternas. Destruye el alma y aleja a las personas de la verdad. A pesar de esto, parece que el mundo está más preocupado por detener el SIDA que por enfrentar la enseñanza falsa. En nombre del amor, a veces malentendido, se promueve la tolerancia hacia cualquier creencia. Sin embargo, si comprendiéramos las realidades de un infierno eterno sin Dios, nuestra preocupación sería aún mayor que ante cualquier amenaza física.
Para comprender la patología de la mortandad de la enseñanza falsa, examinemos los versículos 3 al 5. Pablo presenta características patológicas de los falsos maestros. Aunque estas características no son desconocidas, su recordatorio es valioso. Antes de adentrarnos en el texto, quiero enfatizar que una función esencial de los pastores y líderes espirituales es la advertencia. No basta con ser siempre positivo y ver el lado bueno de todo. Debemos alertar a las personas sobre la enseñanza falsa. Esta responsabilidad resuena en todo el Nuevo Testamento y también en el Antiguo Testamento. Dios sabe que su pueblo, si no está preparado, puede ser arrastrado por doctrinas erróneas. Algunas personas, sin haber abrazado la verdad, vivirán bajo la ilusión de haberla encontrado. Por lo tanto, recordemos la seriedad y la necesidad de advertir, tal como Pablo insta a Timoteo a hacerlo en la Iglesia en Éfeso, donde Timoteo está ministrando.
"En este pasaje, el uso del “si” en griego corresponde a un condicional de primera clase, lo que implica que asume la realidad. En otras palabras, “si es verdad” podría traducirse como “debido a”. La razón detrás de esto es que algunos están enseñando doctrinas erróneas. En el contexto de 1 Timoteo, sabemos que había hombres que se habían infiltrado en la iglesia y estaban enseñando fábulas absurdas, genealogías interminables y preguntas inútiles en lugar de edificar a los creyentes. Estos falsos maestros estaban naufragando en su fe y propagando enseñanzas demoníacas. Además, estaban mintiendo y enseñando prácticas contrarias a la verdad de Dios. La falsa enseñanza estaba presente.
Cuando el autor dice “Si alguno enseña otra cosa”, está señalando que esto está sucediendo. La construcción condicional de primera clase se aplica de manera genérica, abarcando toda enseñanza falsa, doctrina engañosa y agentes maliciosos que intentan infiltrarse en la Iglesia. Esto no solo se relaciona con la situación de Timoteo, sino también con los desafíos que enfrenta la Iglesia en cualquier época, incluyendo la actualidad."
"En el mundo antiguo, los falsos maestros eran abundantes. Desde el principio, cuando Satanás se rebeló contra Dios, se convirtió en el padre de la mentira (como se menciona en Juan 8:44). A lo largo de la historia, ha producido otros mentirosos para atacar la fe cristiana. Estos falsos maestros no siempre se oponían abiertamente a la Biblia; a menudo, operaban mediante sutiles distorsiones y errores. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, los maestros falsos han estado presentes. Siempre ha sido una lucha constante para el pueblo de Dios enfrentarse a las mentiras y los engaños. Cualquier iglesia, pastor o creyente que no esté consciente de esta realidad está ignorando un desafío fundamental. Nuestro Señor Jesús advirtió que vendrían falsos cristos y falsos maestros. La Escritura está llena de advertencias sobre este tema. Pablo, en particular, nos dice que debemos estar alerta: “Si alguien enseña algo diferente, esa es la señal. Así es como los identificarás”. Por lo tanto, la primera clave es prestar atención a lo que afirman. ¿Están diciendo algo que difiere de lo que sabemos que dice la Palabra de Dios?"
¿Cómo podemos discernir entre enseñanzas verdaderas y falsas hoy en día?
Discernir entre enseñanzas verdaderas y falsas es crucial para proteger nuestra fe y crecimiento espiritual. Aquí hay algunas maneras de estar preparados:
- Estudia la Palabra de Dios: Sumérgete en las Escrituras para comprender la verdad y reconocer cualquier desvío.
- Oración: Pide discernimiento al Espíritu Santo. Él nos guía hacia la verdad.
- Conocimiento de la doctrina cristiana: Familiarízate con los fundamentos de la fe cristiana para identificar errores.
- Busca consejo de líderes cristianos maduros: Aprende de aquellos con experiencia y sabiduría.
- Evalúa las enseñanzas a la luz de la Biblia: Compara lo que escuchas con lo que dice la Palabra de Dios
El término “heteros didaskalia” se refiere a una enseñanza heterodoxa, es decir, algo que difiere de la enseñanza ortodoxa basada en las Escrituras. Los falsos maestros promueven ideas que no están en línea con la verdad revelada en la Palabra de Dios. Esto puede incluir herejías, visiones personales, revelaciones subjetivas o interpretaciones contrarias a las Escrituras. En resumen, cualquier enseñanza que se desvíe de la sana doctrina caracteriza a un falso maestro. Es importante que los creyentes estén alerta y fundamentados en la Biblia para discernir entre la verdad y el error. La negación de los atributos esenciales de Dios, como Su naturaleza trina, omnipotencia, soberanía y revelación, es una señal de enseñanza falsa. Estas herejías pueden ser espiritualmente dañinas y debilitar la fe. Como creyentes, debemos estar alerta y fundamentados en la Palabra de Dios para discernir entre la verdad y el error. Siempre es crucial buscar la verdad y rechazar cualquier enseñanza que se desvíe de ella. Enseñanzas que se oponen a la perfección sin pecado de Cristo, Su muerte expiatoria, resurrección, vida milagrosa, enseñanza perfecta y otros aspectos fundamentales de la fe pueden ser peligrosas. Cualquier desviación de la verdad bíblica debe ser identificada y corregida. La fidelidad a las Escrituras y la obra del Espíritu Santo son esenciales para discernir entre la verdad y el error.
"¿Qué nos enseña esto acerca de los falsos maestros?
Su característica distintiva es enseñar algo diferente a las Escrituras. Pero ¿Cómo podemos identificar a aquellos que están infectados por este virus espiritual y su peligrosa influencia? La respuesta es sencilla: al conocer las Escrituras. Cuando alguien está arraigado en la Palabra de Dios, puede discernir fácilmente las enseñanzas falsas. En términos de 1 Juan 2, aquellos que han internalizado la Palabra son espiritualmente fuertes y han vencido al Maligno. La verdad de Dios prevalece sobre cualquier engaño."
En Hechos 20:27-32, Pablo se despide de los ancianos de la iglesia de Éfeso y les recuerda su dedicación a enseñarles todo el consejo de Dios. Él enfatiza la importancia de la enseñanza continua y exhaustiva de la Palabra de Dios para proteger a la iglesia de falsos maestros y doctrinas erróneas. Pablo advierte que después de su partida, vendrán lobos rapaces y hombres perversos que intentarán desviar a los discípulos. Por eso, él los encomienda a la Palabra de la Gracia de Dios, que tiene el poder de edificarlos y darles una herencia entre todos los santificados.
Pablo dio varios consejos importantes a la iglesia de Éfeso, tanto en sus discursos como en sus cartas. Algunos de los consejos más destacados incluyen:
- Vigilancia y protección: Pablo advirtió a los ancianos de Éfeso sobre la necesidad de estar vigilantes y proteger a la iglesia de falsos maestros y doctrinas erróneas. Les recordó que después de su partida, vendrían lobos rapaces y hombres perversos que intentarían desviar a los discípulos (Hechos 20:28-31)
- Unidad y amor: En su carta a los Efesios, Pablo enfatizó la importancia de la unidad y el amor entre los miembros de la iglesia. Les instó a mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz y a vivir en amor, siguiendo el ejemplo de Cristo (Efesios 4:1-3, 5:1-2)
- Pureza y santidad: Pablo también les exhortó a vivir vidas puras y santas, alejándose de la inmoralidad, la impureza y la codicia. Les recordó que eran hijos de la luz y debían vivir como tales, discerniendo lo que agrada al Señor (Efesios 5:3-10)
- Fortaleza espiritual: Pablo los animó a fortalecerse en el Señor y en el poder de su fuerza, poniéndose toda la armadura de Dios para poder resistir las asechanzas del diablo. Les recordó la importancia de la oración y la vigilancia constante (Efesios 6:10-18)