lunes, 4 de noviembre de 2024

"La esperanza es la fe en la oscuridad"

"La esperanza es la fe en la oscuridad" - San Agustín.

En medio de la oscuridad y la adversidad que atraviesa Venezuela, la esperanza es el faro que guía al pueblo hacia la libertad y la justicia. A pesar de las dificultades y los desafíos, la fe y la esperanza en un futuro mejor siguen ardiendo en el corazón de los venezolanos.
Como dice el salmista en Salmo 43:5, "¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, él es la salvación de mi rostro y mi Dios".
La esperanza es el ancla que nos mantiene firmes en medio de la tormenta, y es la fe en Dios lo que nos da la fuerza para seguir adelante. En Romanos 8:25, se nos dice que "la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que uno ve, ¿por qué esperarlo?".
La lucha por la libertad en Venezuela no es fácil, pero con la esperanza y la fe en Dios, el pueblo puede superar cualquier obstáculo. Como dice el profeta Isaías en Isaías 40:31, "pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán".
La libertad es un derecho fundamental que nos ha sido dado por Dios, y es nuestra responsabilidad luchar por ella. En Juan 8:36, Jesús nos dice que "si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres".
En conclusión, la esperanza y la libertad son dos conceptos que están estrechamente relacionados. La esperanza es la fe en un futuro mejor, y la libertad es el derecho que nos ha sido dado por Dios para vivir nuestra vida con dignidad y respeto. Que la esperanza y la fe en Dios sean el faro que guíe al pueblo venezolano hacia la libertad y la justicia.

Atletas de la palabra
Hno. Douglas G Guanipa

LA REFORMA.

 

El 31 de octubre de 1517 Martin Lutero clavó las 95 tesis en la puerta de una Iglesia de Wittenberg, en 1521  fue excomulgado y es por eso que estaremos celebrando (el año que viene) 508 años de que Martin Lutero se presentó delante del emperador y el papa para defender su postura públicamente y decir, 

“Estoy cautivo en mi conciencia a la palabra de Dios, no puedo hacer otra cosa que pararme aquí, en esta verdad y en este fundamento”,

Este principio, son las escrituras, que hoy en día es así como lo definimos, viendo hacia atrás, hacia la reforma protestante, podemos ver como es que la biblia la definimos como nuestra autoridad máxima, como nuestro fundamento principal, no la iglesia, no lo que dice un hombre, si no, lo que históricamente Dios reveló a través de su palabra, esa es la revelación de su voluntad para su pueblo, y todo lo que hagamos lo bueno y lo malo tiene que estar basado sobre eso, y lo que decidamos bien sea para bien o para mal también debe estar basado en la palabra de Dios. 

La iglesia puede equivocarse, es por eso por lo que debe estar siendo juzgada constantemente sobre la base de la palabra de Dios o siendo reformada sobre la base de la palabra de Dios. No solamente se necesitaba una reforma en el tiempo de Martin Lutero para la iglesia, sino a lo largo de toda la historia se ha necesitado reformas para la iglesia, hoy tenemos que evaluar como es que tenemos que reformar la iglesia para ser más fieles a lo que la palabra de Dios nos está mostrando, es muy fácil que la iglesia se desvíe, es muy fácil que comencemos a creer en doctrinas de hombres o que tradiciones de hombres se vuelvan el centro, debemos comprender que nuestra convicción en la palabra de Dios se vuelva nuestra máxima prioridad y sea un factor de unidad donde podamos decidir cuáles son los temas más importantes, cuáles son las verdades por las cuales existe la unidad, claro existe una unidad falsa que ignora la verdadera unidad que dice, vamos a estar todos juntos tal cual dice el movimiento ecuménico de diferentes religiones tratando de juntarse y decir estamos juntos, no importa que tú creas en buda, no importa que tú creas en Mahoma, que tú creas en otra divinidad, todo es lo mismo, este tipo de unidad ignora la verdad, esta no es la verdadera unidad, el tipo de unidad de la cual llama Dios es la que está basada en la verdad de la palabra de Dios y como Iglesia tenemos que buscar cuáles son esas verdades, ir a la biblia y ver cuáles son esas verdades, hay algo que he comprendido, las cosas en donde la biblia habla más son más importantes y las cosas donde la biblia habla menos son menos importantes, pero importantes al fin,  ver a través de la palabra de Dios los temas importantes como la salvación (como somos salvos) quien es Dios primeramente y el tener a la biblia como nuestra principal autoridad, estos temas mis queridos hermanos, son los que nos une.

Atletas de la palabra
Hno. Douglas G Guanipa


¿QUE TAL SI POR UN DÍA JESÚS SE CONVIERTE EN USTED? ( Primera Parte) POR: MAX LUCADO

¿Qué tal si por veinticuatro horas Jesús se levantara de su cama, de la de usted, anduviera en sus zapatos, viviera en su casa, y siguiera su horario? ¿Su jefe sería el jefe de Él, su madre sería la madre de Él, sus dolores serían los de Él? Con una excepción, nada en su vida cambia. Su salud no cambia. Sus circunstancias no cambian. Su horario no se altera. Sus problemas no se resuelven. Solo un cambio ocurre.

¿Qué tal si, por un día y una noche, Jesús viviera la vida suya con el corazón de Él? El corazón que usted tiene en el pecho tiene el día libre y su vida la dirige el corazón de Cristo. Las prioridades de Él gobiernan sus acciones. Las pasiones de Él impulsan sus decisiones. El amor de Cristo dirige su conducta.

¿Cómo sería? ¿Notaría la gente algún cambio? Su familia, ¿vería algo nuevo? Sus compañeros de trabajo, ¿percibirían alguna diferencia? ¿Qué tal de los menos afortunados? ¿Los trataría de la misma manera? ¿Qué tal sus amigos? ¿Detectarían más alegría? ¿Qué tal sus enemigos? ¿Recibirían más misericordia del corazón de Cristo que del suyo?

¿Y usted? ¿Cómo se sentiría? ¿Qué alteraría este trasplante en su nivel de tensión? ¿En sus cambios de carácter? ¿En sus arranques temperamentales? ¿Dormiría mejor? ¿Vería diferente la puesta del sol? ¿La muerte? ¿Los impuestos? ¿Necesitaría menos aspirinas y calmantes? ¿Qué tal en su reacción a las demoras en el tránsito? (Eso duele, ¿no?) ¿Temería todavía lo que teme? Mejor todavía, ¿seguiría haciendo lo que está haciendo? ¿Haría usted lo que ha planeado por las siguientes veinticuatro horas? Deténgase y piense en su horario. Obligaciones, citas, salidas, compromisos. Con Jesús apoderándose de su corazón, ¿cambiaría alguna cosa?
Siga trabajando en esto por un momento. Ajuste el lente de su imaginación hasta que tenga un cuadro claro de Jesús guiando su vida, entonces oprima el obturador y retrate la imagen. Lo que usted ve es lo que Dios quiere. Él quiere que usted piense y actúe como Jesucristo (Filipenses 2.5. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús)

El plan de Dios no es nada menos que un nuevo corazón. Si usted fuera un coche, Dios querría controlar su motor. Si fuera una computadora, Dios controlaría los programas y el disco duro. Si fuera un aeroplano, tomaría asiento en la cabina de mando. Pero usted es una persona, así que Dios quiere cambiarle el corazón.

Pablo dice: «Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre [que es tener un nuevo corazón], creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Efesios 4.23–24).

Dios quiere que usted sea como Jesús. Quiere que tenga un corazón como el de Él.

Atletas de la palabra
Hno. Douglas G Guanipa


"Gloria al Bravo Pueblo"


Sabes algo mi querido amigo. "Cuando escuchamos el himno nacional de Venezuela, nos invade una mezcla de emociones: melancolía, alegría y nostalgia. Es como si el alma se nos llenara de sentimientos encontrados, recordándonos momentos pasados que nunca volverán. Y es que, para muchos venezolanos, el himno nacional es más que una simple canción patriótica; es un lullaby que nos transporta a la infancia, a los momentos en que nuestras madres o abuelas nos arrullaban con aquellas canciones tradicionales que parecían tener el poder de calmar cualquier tormenta.
"Duérmete mi niño, que tengo que hacer, lavar los pañales y sentarme a cocer", nos cantaban, mientras nos mecían suavemente en sus brazos. Y así, entre nosotros y el himno nacional, se creó un lazo emocional que nos une a nuestra infancia, a nuestra familia y a nuestra patria.
Por eso, cuando escuchamos el himno nacional, no podemos evitar sentir una profunda nostalgia por aquellos momentos simples y felices. Es como si el tiempo se detuviera y pudiéramos volver a ser aquellos niños inocentes que creían que el mundo era un lugar perfecto.
Pero también sentimos alegría, porque recordamos que somos venezolanos, que tenemos una rica historia y una cultura que nos llena de orgullo. Y es en esos momentos que nos damos cuenta de que, a pesar de las dificultades y los desafíos que enfrentamos, siempre tendremos algo que nos una y nos haga sentir orgullosos de ser venezolanos."
Dios bendiga a Venezuela.

Atletas de la palabra
Hno. Douglas G Guanipa

viernes, 25 de octubre de 2024

¿LE ESTAMOS ROBANDO A DIOS? PARTE 1

Malaquías 3:8 (RV-1960)

¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.

Numerosos predicadores, "pastores", maestros y líderes cristianos han empleado este versículo para enseñar que, si una persona no entrega su diezmo, está "robando" a Dios.

Si examinamos detenidamente toda la Biblia y evitamos sacar los versículos de contexto, se vuelve evidente que la ley del diezmo estaba destinada exclusivamente a Israel durante los tiempos en que los sacerdotes oficiaban en el templo. Solo los descendientes de Leví tenían derecho a recibirlo, y su propósito era mantener a los sacerdotes. Dios les había prohibido trabajar en otras ocupaciones (pueden consultar Números 18:20-32 para obtener más detalles).

Es fundamental comprender que el contexto histórico y cultural influye en la interpretación de las enseñanzas bíblicas. Por lo tanto, al considerar el diezmo en la actualidad, debemos reflexionar sobre su significado y aplicarlo con discernimiento.

En la Epístola a los Hebreos, se nos revela que el antiguo templo y su servicio eran símbolos de realidades espirituales más profundas. Sin embargo, con la resurrección de Jesús, se produjo un cambio significativo. Él ascendió al cielo mismo, que ahora es el verdadero "templo" donde la presencia divina reside. Como cristianos, ya no vivimos bajo la sombra de figuras y rituales, sino bajo el señorío de Cristo, quien actúa como el mediador entre Dios y nosotros (Hebreos 8:3-6; 9:9-14).

Este pasaje nos invita a comprender que nuestra relación con Dios no está limitada por las estructuras físicas o las prácticas ceremoniales del pasado. En Cristo, encontramos la plenitud y la verdadera comunión con el Creador. Su sacrificio perfecto trasciende cualquier sombra o figura, y nos permite acercarnos a Dios directamente, confiando en su gracia y amor incondicional. 

Es cierto que insistir en que el diezmo es obligatorio en la actualidad y que no darlo equivale a robar a Dios es un enfoque erróneo. Sin embargo, podemos extraer lecciones valiosas de estos versículos.

La Biblia nos invita a reflexionar sobre la generosidad, la obediencia y la devoción. Aunque el contexto específico del diezmo no se aplica directamente a los creyentes actuales, podemos aprender lo siguiente:

1. Generosidad: El principio de dar parte de nuestros recursos para apoyar la obra de Dios y ayudar a los necesitados sigue siendo relevante. La generosidad es una expresión de gratitud y confianza en Dios.

2. Conexión con el Sacerdocio de Cristo: Como mencionamos, Jesús es nuestro Sumo Sacerdote y mediador ante Dios. Su sacrificio perfecto nos libera de las restricciones legales y nos permite acercarnos a Dios directamente.

3. Motivación del Corazón: Más allá de las prácticas externas, Dios mira nuestros corazones. La actitud con la que damos es crucial. ¿Lo hacemos por deber o por amor y gratitud?

Aunque no estamos bajo la ley del diezmo, podemos aplicar principios más amplios de generosidad y devoción en nuestra relación con Dios y con los demás.

En el versículo 7 de Malaquías 3, Dios reprende a los israelitas por alejarse de sus mandamientos. El diezmo era solo uno de los problemas que enfrentaban; su distancia espiritual de Dios los había sumido en la pobreza y dificultades. Sin embargo, en medio de esta corrección, Dios les ofrece una promesa de restauración: Si se volvían a Él, experimentarían sus bendiciones renovadas.

Este pasaje nos recuerda la importancia de la obediencia y la cercanía con Dios. Aunque el contexto específico se refiere al antiguo Israel, la lección trasciende el tiempo y nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el Creador. Cuando nos volvemos a Dios con sinceridad y arrepentimiento, encontramos su gracia y provisión en nuestras vidas.

En aquel tiempo, el diezmo tenía una importancia crucial porque constituía el sustento vital para los sacerdotes. Estos hombres, a quienes Dios había prohibido dedicarse a otras ocupaciones, dependían exclusivamente de las ofrendas y los diezmos para su subsistencia. Si no recibían estas contribuciones, se encontraban en una situación precaria, sin medios para alimentarse o mantenerse.

En el versículo 10 de Malaquías 3, Dios insta al pueblo de Israel a cumplir con esta responsabilidad: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa”. Aquí, Dios no solo se preocupa por el bienestar material de los sacerdotes, sino también por el funcionamiento adecuado del templo y la comunidad en general.

Este pasaje nos recuerda la importancia de la generosidad, la obediencia y la confianza en Dios. Aunque el contexto histórico es específico para Israel, podemos extraer principios aplicables a nuestra vida actual. La devoción sincera y la fidelidad en nuestras ofrendas siguen siendo relevantes, y Dios promete bendiciones cuando cumplimos con un corazón agradecido. 

La palabra “robará” y “robado” provienen de la raíz hebrea “cabá”, que conlleva el significado de “vaciar, despojar, robar”. En el contexto bíblico, cuando Dios acusa a los israelitas de no entregar el diezmo, utiliza esta metáfora para transmitir una verdad espiritual profunda. El templo, que simbolizaba la presencia de Dios en la tierra, estaba vacío en más de un sentido. No solo carecía de las ofrendas y los diezmos necesarios para su funcionamiento, sino que también representaba una desconexión espiritual. Los sacerdotes, cuyo sustento dependía de estas contribuciones, estaban en una situación precaria. Dios, aunque Todopoderoso, elige obrar a través de personas. Nos ha creado como una gran familia, destinada a conectarse, relacionarse y edificarse mutuamente. Al abandonar a nuestros hermanos en Cristo y descuidar nuestro propio servicio, estamos, en cierto sentido, despojando a Dios. Le estamos privando de la capacidad de llevar a cabo la obra que desea realizar en el mundo, el llamado a la generosidad y la comunión no solo es una cuestión de recursos materiales, sino también de corazón y obediencia. Dios nos invita a participar activamente en su obra, confiando en que, a través de nuestra colaboración, su propósito se cumplirá.

1 Corintios 6:15-20 (RVA)

¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con El. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

En un pasado no muy lejano, éramos esclavos del pecado, condenados a la muerte y la destrucción. Nuestra existencia carecía de esperanza, y el abismo del lago de fuego parecía inevitable. Sin embargo, en un acto de amor y gracia, Dios envió a Jesús como nuestro Salvador. Su sacrificio transformó nuestra realidad. Ahora, todo aquel que confía en El como Señor recibe la promesa de vida eterna en la era venidera.

Nuestra vida ya no nos pertenece exclusivamente; es un regalo divino. El “templo” que debemos cuidar y mantener no es un edificio de piedra, sino nuestro propio cuerpo y el Cuerpo de Cristo, la comunidad de creyentes. En esta nueva vida, somos llamados a honrar a Dios y servir a los demás, reconociendo que somos parte de algo más grande y eterno.

Aunque en la actualidad no estamos bajo la obligación de diezmar, y nadie está literalmente robando a Dios por no dar el diezmo, existe una perspectiva espiritual interesante. Podríamos decir que, de alguna manera, “despojamos” o “privamos” a Dios cuando entregamos nuestro cuerpo al pecado. Permíteme explicarlo:

Nuestra vida, en un sentido profundo, fue comprada por Dios. El sacrificio de Jesús en la cruz nos redimió y nos liberó del poder del pecado y la muerte. Por lo tanto, nuestra existencia ya no nos pertenece exclusivamente; es un regalo divino. Cuando cedemos a las tentaciones y permitimos que el pecado gobierne nuestras acciones, estamos utilizando aquello que Dios adquirió con su propio sacrificio. En lugar de vivir para el pecado, debemos considerar nuestra vida como un templo sagrado. No uno hecho de piedras, sino nuestro propio cuerpo. También somos parte del Cuerpo de Cristo, la comunidad de creyentes. Al cuidar y mantener este “templo”, honramos a Dios y reconocemos su obra en nosotros. Así que, aunque no sea un robo literal, nuestras decisiones sí tienen un impacto espiritual profundo.

Ningún pecado nos va a alejar del amor de Dios y hacer perder la vida en la era venidera, pero tengamos en cuenta que nuestra vida le costó un gran sufrimiento al Señor Jesús, así que, en lugar de “despojar” a Dios de Sus pertenencias (nuestras vidas), lo mejor que podemos hacer es honrarle, cuidando nuestros cuerpos y cuidando a nuestros hermanos, que son el Cuerpo de Cristo.

Como creyentes, tenemos una doble responsabilidad: cuidar de nuestros cuerpos y edificar el Cuerpo de Cristo. Permíteme desglosar estas dos áreas:

Cuidado de Nuestros Cuerpos:

1. Buena Alimentación: Nuestro cuerpo es un templo sagrado. Debemos nutrirlo adecuadamente con una dieta saludable. Alimentarnos bien no solo beneficia nuestra salud física, sino también nuestra mente y espíritu.

  • Ejercicio: Mantenernos activos y cuidar nuestra salud física es esencial. El ejercicio regular fortalece nuestro cuerpo y nos permite servir a Dios y a los demás con energía y vitalidad.
  • 3. Oración y Lectura de la Palabra: Alimentamos nuestro espíritu a través de la oración y la meditación en la Palabra de Dios. Estos hábitos nos conectan con nuestro Creador y nos guían en nuestro caminar diario.
2. Cuidado del Cuerpo de Cristo:
  • Servicio a Nuestros Hermanos: Como miembros del Cuerpo de Cristo, debemos buscar oportunidades para servir a nuestros hermanos. Si tienes tiempo libre, úsalo para edificar a otros. Un simple gesto de amor puede marcar la diferencia en la vida de alguien.
  • Generosidad: Si tienes recursos adicionales, compártelos. Si te sobra dinero, considera ayudar a la obra de Dios o a un hermano necesitado. Si posees conocimiento, compártelo para enriquecer a otros. 
Cada uno de nosotros tiene algo que Dios nos ha dado, y podemos usarlo para bendición de los demás. Al cuidar de nuestros cuerpos y edificar al Cuerpo de Cristo, cumplimos con nuestro propósito divino.

Dios quiere que todos sean salvos y vengan al conocimiento de Su verdad (1 Ti. 2:4) y quiere que los cristianos lleguemos a una unidad en la fe y el conocimiento del Señor Jesucristo (Ef. 4:13), así que, procuremos hacer todo lo que contribuya a esta obra de Dios y Dios nos proveerá de todo lo necesario en todas las cosas, abrirá Sus “ventanas” para proveernos de todo lo necesario.

2 Corintios 9:7-10 (RVA)
|7| Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza ni por obligación; porque Dios ama al dador alegre.
|8| Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra;
|9| como está escrito: Esparció; dio a los pobres. Su justicia permanece para siempre.
|10| El que da semilla al que siembra y pan para comer, proveerá y multiplicará vuestra semilla y aumentará los frutos de vuestra justicia.

 Este pasaje de la Biblia, ofrece enseñanzas valiosas sobre la generosidad, la provisión divina y la justicia:
  • Generosidad Voluntaria (versículo 7):
  • Libre Propósito: Cada persona debe dar según lo que haya decidido en su corazón. No debe hacerlo por tristeza o por obligación, sino con alegría y voluntad.
  • Dios Ama al Dador Alegre: Dios valora la actitud de aquellos que dan con gozo y generosidad.
  • La Gracia Abundante de Dios (versículo 8)
  • Poder de Dios: Dios tiene el poder de hacer que su gracia abunde en nosotros. Esta gracia nos capacita para tener todo lo necesario en todas las circunstancias.
  • Abundancia para Toda Buena Obra: Cuando confiamos en Dios, no solo tenemos lo suficiente, sino que también estamos equipados para hacer buenas obras.
  • La Justicia de Dios (versículo 9):
  • Cita del Salmo 112:9: “Esparció; dio a los pobres”. Esta referencia subraya la justicia y la compasión de Dios hacia los necesitados.
  • Permanencia de la Justicia de Dios: La justicia divina es eterna y constante.
  • Multiplicación y Frutos de Justicia (versículo 10)
  • El Dador de Semilla y Pan: Dios provee tanto para el que siembra como para el que necesita alimento. Su provisión es abundante.
  • Multiplicación de la Semilla: Cuando damos, Dios multiplica nuestra semilla, y los frutos de nuestra justicia crecen.
Muchas bendiciones .

Ro 10:4: "porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree."
Ro 6:14 "Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia"
Gal 2:16 "sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado"

Próximo: ¿Se vende indulgencias en la iglesia evangélica Cristiana?

Colaboración especial:  Hno. Juan Carlos Acosta - Cabimas - Venezuela    
Admr. Hno. Douglas G. Guanipa.




"La Ira de Dios: Una Verdad Incómoda"

"Es innegable que el tema de la ira de Dios puede resultar incómodo para muchos cristianos. Sin embargo, desde las primeras páginas de la Biblia, se presenta a un Dios santo y justo que no tolera el pecado. En Romanos 1:18, se inicia un profundo desarrollo teológico sobre este tema, estableciendo un punto de partida sorprendente y a menudo pasado por alto: el Evangelio comienza con una afirmación sobre la ira de Dios, lo que nos invita a reflexionar sobre la relación entre la justicia divina y el amor redentor." Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; (Rom.18:1)

¿Por qué la ira de Dios?

Nuestra forma de abordar el evangelismo a menudo entra en conflicto con las técnicas que utilizamos. Mientras que la mayoría del evangelismo contemporáneo elude intencionalmente hablar sobre el juicio divino, nos enfocamos en temas atractivos como el amor, la felicidad, la vida abundante, el perdón, el gozo y la paz. Les ofrecemos a las personas estas promesas tentadoras y les preguntamos si desean experimentarlas, pero rara vez mencionamos la otra cara de la moneda: el juicio de Dios. Sin embargo, me pregunto: ¿Cuántas veces, al compartir el evangelio con alguien, has comenzado con una advertencia sobre la ira de Dios contra la impiedad y la rebelión contra Él? ¿No deberíamos presentar un mensaje más equilibrado que incluya tanto la misericordia como el juicio?

Comúnmente, tendemos a equiparar la ira de Dios con nuestra propia ira, contaminada por emociones negativas como la venganza o el resentimiento. Sin embargo, esta comparación es errónea y limita nuestra comprensión de la naturaleza divina. Despojar a la ira de Dios de su carácter emocional y efectivo es innecesario y debilita su concepto bíblico. Reducir la ira divina a un mero castigo por el pecado o una conexión entre el pecado y la miseria es equipararla con sus efectos, lo que en la práctica elimina la ira como una respuesta genuina dentro de la mente de Dios. En realidad, la ira de Dios es una santa repulsión de su ser contra todo lo que contradice su santidad (Murray), una respuesta profunda y emocional que refleja la intensidad de su oposición a la maldad y la injusticia. Al reconocer la ira de Dios como una emoción auténtica, podemos comprender mejor la gravedad del pecado y la magnitud del amor y la gracia de Dios al redimirnos de su ira justa, lo que nos permite apreciar la riqueza de su carácter y la profundidad de su amor redentor.

En Romanos 1:16, Pablo introduce el concepto de salvación, pero surge una pregunta fundamental: ¿de qué estamos siendo salvados? La respuesta es inequívoca: estamos siendo rescatados de la justa ira de Dios, que es la consecuencia inevitable de nuestro pecado. Si no existiera una ira divina a la que temer, la necesidad de un Salvador sería inexistente. Pablo nos recuerda que la salvación no es simplemente una mejora de nuestra condición, sino una liberación radical de la condenación eterna, una resolución definitiva al conflicto entre nuestra naturaleza pecaminosa y la santidad de Dios. Esta comprensión nos permite apreciar la magnitud del amor redentor de Dios y la profundidad de nuestra necesidad de salvación

La Necesidad Absoluta de la Salvación: La Justa Ira de Dios en Romanos 1:18 3:20

En la carta de Pablo a los Romanos, específicamente en la sección que abarca del 1:18 al 3:20, el apóstol presenta un argumento cuidadoso para demostrar la necesidad absoluta de las buenas nuevas de salvación. Lejos de ser una mera proclamación de la gracia de Dios, Pablo busca mostrar que la humanidad se encuentra en una situación desesperada, merecedora de la justa ira de Dios.
Pablo comienza afirmando que la ira de Dios se revela contra la impiedad y la injusticia de los seres humanos (Romanos 1:18). Esta ira no es una emoción caprichosa, sino un juicio justo contra aquellos que han rechazado a Dios y elegido seguir sus propios caminos. La humanidad, creada para reflejar la gloria de Dios, ha optado por idolatrías y perversiones, mereciendo así la ira divina.
A lo largo de este pasaje, Pablo demuestra que todos, judíos y gentiles por igual, están sometidos a la condenación. Nadie está exento de la ira de Dios, ya que todos han pecado y fallen a la gloria de Dios (Romanos 3:23). La ley, lejos de ser una solución, solo sirve para hacer conscientes a los seres humanos de su pecado y su necesidad de salvación. Ante este panorama desolador, Pablo presenta las buenas nuevas de la salvación como la única solución posible. La justicia de Dios, que se revela en la cruz de Cristo, es la respuesta a la ira de Dios. A través de la fe en Jesucristo, los seres humanos pueden escapar de la ira de Dios y recibir la gracia y la paz que solo Él puede ofrecer.

En nuestra ansiedad por ganar amigos y influir en los demás, a menudo pasamos por alto el punto de partida fundamental. Desde la perspectiva de Pablo, el temor es la primera presión que se debe aplicar a los corazones endurecidos. Es crucial hacer saber a los seres humanos la realidad de la ira de Dios,  a veces podemos pasar por alto un aspecto crucial: el temor reverente a Dios. Pablo, en sus epístolas, enfatiza repetidamente la importancia de este temor como un primer paso hacia la fe.

En los versículos 16 y 17, Pablo declara con valentía: 'No me avergüenzo del evangelio de Cristo'. Este evangelio, es el tema central de su carta. Pablo lo denomina tanto 'el evangelio de Dios', destacando su origen divino, como 'el evangelio de Cristo', subrayando que Cristo es su consumación. Es decir, el evangelio no es solo una buena noticia, sino la buena noticia acerca de Jesucristo. Y ¿por qué no se avergüenza de este mensaje? Porque el evangelio es el poder mismo de Dios para salvar a todo aquel que cree, tanto judíos como gentiles. En él, la justicia de Dios se revela de manera completa, una justicia que se recibe por la fe y no por obras, tal como lo afirma el Antiguo Testamento: 'El justo por la fe vivirá.
En la epístola a los romanos, Pablo presenta una tesis que se desarrollará a lo largo de la carta: la revelación de la justicia de Dios en el evangelio de Jesucristo. A partir del versículo 18, el apóstol comienza a desplegar con gran detalle la riqueza y profundidad de este tema, con el objetivo de ayudar al lector cristiano a comprender la plenitud del evangelio de Cristo. Y es aquí donde se encuentra la afirmación fundamental que da inicio a este desarrollo: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo, contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que detienen con injusticia la verdad" (Romanos 1:18). De esta manera, el mensaje del evangelio comienza con una afirmación sorprendente y provocativa: la ira de Dios es el punto de partida para entender la gracia y el amor de Dios. Esta afirmación nos invita a reflexionar sobre la seriedad del pecado y la justicia de Dios, y nos prepara para apreciar la magnitud de la salvación que se ofrece en Jesucristo.
La ira de Dios es un atributo divino que, a menudo, se malinterpreta. Es crucial comprender que la ira de Dios no contradice su amor, sino que lo complementa. Dios es a la vez amor y justicia. Su ira es una expresión de su santidad y de su deseo de preservar el orden moral del universo. Sin embargo, esta ira ha sido satisfecha en la cruz de Cristo, donde Dios demostró su amor infinito al tomar sobre sí el castigo que merecíamos. La idea de un Dios iracundo puede resultar desconcertante. Sin embargo, es importante entender que la ira de Dios no es una emoción arbitraria, sino una respuesta justa y santa al pecado. Al igual que un padre ama a sus hijos pero disciplina cuando es necesario, Dios ama a la humanidad pero debe juzgar el pecado. La ira de Dios no es un fin en sí misma, sino un medio para preservar la santidad y la justicia en el universo.

“Tú has amado la justicia, y aborrecido la iniquidad.” (Hebreos 1:9) A menudo se ha enfatizado la ira de Dios en la predicación del pasado. Himnos antiguos y salmos imprecatorios expresaban poderosamente la santidad de Dios y las consecuencias del pecado. Sin embargo, es importante comprender que Dios es mucho más que su ira. Él es también un Dios de amor, misericordia y compasión. La Biblia nos presenta un retrato complejo de Dios, donde su justicia y su amor se entrelazan.

"Es cierto que en la actualidad, la teología y la predicación tienden a enfatizar el amor y la gracia de Dios, a menudo pasando por alto aspectos más complejos de su carácter, como su santidad y justicia. Los himnos y sermones de antaño exploraban con mayor profundidad temas como el pecado y la ira de Dios, contrastándolos con su amor y misericordia, sin embargo, es importante reconocer que un entendimiento completo del amor de Dios requiere también una comprensión de su santidad y de su oposición al pecado. Al igual que un padre ama a sus hijos, pero disciplina cuando es necesario, Dios ama a la humanidad pero no puede tolerar el pecado. Cuando hablamos de la 'ira' de Dios, es esencial aclarar que no se trata de un sentimiento humano como el enojo o la venganza, sino de una manifestación de su santidad y justicia. Dios odia el pecado porque amenaza su perfecta naturaleza y el bienestar de su creación. Al comprender la profundidad de esta oposición al pecado, apreciamos aún más la magnitud de su amor al ofrecernos la salvación a través de Jesucristo, el amor y la justicia de Dios no son conceptos opuestos, sino dos caras de la misma moneda. Al reconocer la santidad de Dios y las consecuencias del pecado, podemos valorar más la gracia y la misericordia que se nos ofrecen en Cristo. Es en este contexto que el amor de Dios revela su verdadero significado.

A menudo, nuestra percepción de Dios está distorsionada, viéndolo como un Dios de odio y un Dios de ira. Sin embargo, las Escrituras presentan una imagen más compleja y matizada de la naturaleza divina. Quiero invitarlo a un breve recorrido por algunas escrituras que destacan la ira de Dios. Comencemos con el Salmo 2, versículo 1: "¿Por qué las naciones se enfurecen y las gentes imaginan una cosa vana? Los reyes de la tierra se levantan, y los gobernadores toman consejo juntos en contra de Jehová y en contra de su ungido, diciendo: Rompamos nuestras cadenas, y echemos sus cuerdas de nosotros". Este pasaje revela la oposición humana a la autoridad divina y la respuesta de Dios a esa rebelión. A lo largo de este viaje bíblico, descubriremos cómo la ira de Dios se despliega en respuesta a la desobediencia y la injusticia, y cómo esto se relaciona con su amor y misericordia.

En nuestro orgullo y rebeldía, nos atrevemos a desafiar la autoridad divina, como si pudiéramos librarnos de la presencia de Dios y eliminar su dominio sobre nuestras vidas. Pero, como dice el Salmo 2, Dios se ríe de nuestra insolencia y se burla de nuestros intentos de rebelión. Su respuesta es clara: "Les hablará en su ira, y los va a confrontar en su gran desagrado" (v. 5). Y en el versículo 12, se nos advierte: "Honrad al Hijo, no sea que se enoje y perezcáis en el camino, cuando su ira se encienda por un tiempo". La ira de Dios no es algo trivial; cuando se desata, la gente perece. El Salmo 76 nos ofrece otra ilustración poderosa del juicio de Dios. En el versículo 6, se describe cómo Dios derrotó al ejército egipcio, arrojándolos a un sueño profundo. La escena es impresionante: "Tú, inclusive tú, debes ser temido, ¿y quién podrá estar de pie ante ti cuando tú te has enojado? Tú causaste que el juicio fuera oído desde el cielo, la tierra temió y estuvo quieta cuando Dios se levantó al juicio". La ira de Dios es un recordatorio de su santidad y justicia, y debemos temerle y honrarle para evitar su juicio.

El Salmo 78 ofrece un rico panorama de la relación de Dios con su pueblo, incluyendo momentos de gran ira divina. El versículo 49, nos presenta una imagen poderosa de la ira de Dios desatada contra los enemigos de Israel. Al 'derramar sobre ellos la fuerza, el enojo de su ira', Dios demuestra su santidad y su determinación de proteger a su pueblo. Las plagas de Egipto, culminando con la muerte de los primogénitos, son una manifestación dramática de esta ira divina. Sin embargo, es crucial situar este evento en el contexto más amplio de la historia de la salvación. La ira de Dios, aunque terrible, es una respuesta a la opresión y a la injusticia. Al liberar a Israel de la esclavitud, Dios demuestra su fidelidad a su pacto y su compromiso con la justicia. Este episodio nos recuerda que la ira de Dios, aunque a veces misteriosa, siempre tiene un propósito: defender a su pueblo, castigar el pecado y preservar la santidad de su nombre. Al mismo tiempo, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la ira humana y a buscar en Dios la sabiduría para responder a las injusticias que nos rodean.

El Salmo 90 y el libro de Isaías ofrecen una profunda reflexión sobre la ira de Dios. El Salmo 90:7 y 11 nos confrontan con la poderosa realidad de la ira de Dios. La vida humana, frágil y efímera, se consume ante la eternidad de Dios y se turba ante su ira. Este temor reverente no es un sentimiento negativo, sino un reconocimiento de la santidad y el poder de Dios. Isaías 9:19 nos ofrece una imagen aún más vívida de la ira divina, comparando el juicio de Dios con un fuego consumidor, A lo largo de la Biblia, la ira de Dios se revela como una respuesta a la desobediencia y al pecado. Sin embargo, esta ira no es arbitraria ni irracional. Es una manifestación de la justicia divina y un recordatorio de la santidad de Dios. Al mismo tiempo, la ira de Dios no es el último capítulo de la historia. La cruz de Cristo revela el amor infinito de Dios y su deseo de reconciliación con la humanidad. 

En Cristo, encontramos la esperanza de la redención y la promesa de una nueva creación.

Atletas de la palabra
Hno. Douglas G Guanipa.









La Libertad de Elegir y la Obstinación del Corazón: Un Desafío para los Creyentes

Hoy quiero reflexionar sobre un tema fundamental en nuestra vida espiritual: la libertad de elegir y la obstinación del corazón. Recientemente, escuché a un hermano compartir una sabia analogía: 'Al caballo se le pone freno para que se someta, pero no se puede obligar a beber cuando no tiene sed.' Esta imagen evocadora ilustra varios aspectos espirituales y encuentra eco en la Sabiduría bíblica, específicamente en Proverbios 26:3, que dice: 'El látigo es para el caballo, el cabestro para el asno, y la vara para las costillas de los necios.' La idea es que no se puede forzar a alguien a cambiar o a crecer espiritualmente, si no está dispuesto, es un concepto que se encuentra en varios lugares de la Biblia y en la literatura cristiana.

Algunos autores y líderes cristianos que han utilizado analogías similares incluyen:
  1. San Agustín: No se puede obligar a alguien a ser bueno
  2. Martín Lutero: La Fe no se puede imponer por la fuerza
  3. John Wesley: La verdadera Fe no se puede forzar.
Esto nos recuerda que, a veces, no importa cuánto esfuerzo externo se haga, si el corazón no está dispuesto, no podría haber cambios.

Dios nos otorgó el don del libre albedrío, como se nos recuerda en Génesis 2:16-17: 'Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia, del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás'. Esta libertad nos permite elegir entre el bien y el mal, entre la obediencia y la desobediencia. Sin embargo, como nos enseña Romanos 14:12, 'Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí'. Esto nos recuerda que nuestra libertad conlleva una gran responsabilidad, ya que nuestras elecciones tienen consecuencias que impactarán nuestras vidas y nuestra relación con Dios.

El Espíritu Santo desempeña un papel fundamental, guiándonos en nuestras decisiones. En Romanos 8:14, leemos: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios". Estos versículos nos revela que la guía del Espíritu Santo es una característica distintiva de los hijos de Dios.
Pero, ¿qué significa ser guiados por el Espíritu de Dios? No se trata de una condición previa para ser un hijo de Dios, sino más bien una consecuencia de serlo. Primero, nos convertimos en hijos de Dios, y luego el Espíritu Santo nos guía.

Pablo no dijo: “Todos los que van a la iglesia, estos son hijos de Dios”. Él no dijo: “Todos los que leen sus Biblias, estos son hijos de Dios”. Él no dijo: “Todos los que son patriotas de su país, estos son hijos de Dios”. No dijo: “Todos los que participan en la comunión, estos son hijos de Dios”. En este texto, la prueba para ver si somos hijos es si somos guiados por el Espíritu de Dios.

¿Cómo nos guía el Espíritu Santo?
· Somos guiados con dirección.
· Somos guiados al acercarnos.
· Somos guiados por un gobierno de autoridad

La verdadera guía proviene del Espíritu Santo. Cuando cooperamos con Él, experimentamos una paz y una dirección que van más allá de cualquier liderazgo humano. A diferencia del espíritu de fanatismo que puede conducir a la destrucción, el Espíritu de Dios nos conduce a la vida abundante, espiritualmente. Como recordaba Spurgeon, es fundamental discernir entre los diferentes espíritus que operan en el mundo.

El Espíritu Santo es nuestro guía interior, no un líder externo. Cuando cooperamos con Él, experimentamos una transformación profunda. A medida que nos rendimos a su influencia, nuestros deseos se alinean con los de Dios y somos liberados de las ataduras del pecado. Esta transformación es evidencia de que estamos siendo guiados por el Espíritu Santo, no por un espíritu de fanatismo. Como recordaba Spurgeon, es fundamental discernir entre los diferentes espíritus que operan en el mundo. Recuerda cómo todo el hato corrió violentamente hacia el mar y se ahogaron. Cuando veas a un hombre fanático y salvaje, cualquier espíritu que haya en él no es el Espíritu de Cristo.

La Obstinación del Corazón  

La obstinación del corazón es más que una simple terquedad; es una manifestación de una condición espiritual más profunda. Las Escrituras nos revelan que el corazón humano, sin la influencia transformadora del Espíritu Santo, tiende a endurecerse, oscureciendo nuestro entendimiento y alejándonos de la vida divina.

Las Raíces Espirituales de la Obstinación
  • El Pecado Original: La naturaleza pecaminosa del ser humano nos inclina naturalmente a la rebelión y a la desobediencia hacia Dios.
  • El Miedo: El temor a lo desconocido, a la vulnerabilidad o al cambio puede llevarnos a aferrarnos a nuestras propias ideas y perspectivas.
  • La Ignorancia Espiritual: La falta de conocimiento de la Palabra de Dios y de su plan para nuestras vidas puede obstaculizar nuestro crecimiento espiritual.
Las Consecuencias de un Corazón Obstinado
  • Estancamiento Espiritual: Impide que experimentemos el crecimiento y la transformación que Dios desea para nosotros.
  • Sufrimiento: La obstinación puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas que causan dolor y sufrimiento.
  • Lejanía de Dios: Crea una barrera entre nosotros y la fuente de toda vida y amor.
La Buena Nueva: La Transformación del Corazón

Afortunadamente, la Biblia nos ofrece esperanza y una solución a la obstinación del corazón. 2 Corintios 5:17 declara: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es". A través de Jesucristo, podemos experimentar una transformación radical, donde nuestros corazones de piedra son cambiados por corazones de carne (Ezequiel 36:26).

Cómo Superar la Obstinación del Corazón
  • Reconocer el Problema: El primer paso es admitir que tenemos un corazón obstinado y que necesitamos la ayuda de Dios.
  • Buscar a Dios en Oración: La oración es un canal de comunicación directa con Dios, donde podemos derramar nuestros corazones y buscar su guía.
  • Estudiar la Biblia: La Palabra de Dios es un instrumento poderoso para transformar nuestras mentes y corazones.
  • Cultivar la Humildad: Aprender a reconocer nuestras limitaciones y a depender de Dios en todas las cosas.
  • Perdonar: Liberarnos del resentimiento y la amargura que endurecen nuestro corazón.
  • Rodearnos de Creyentes: Conectar con una comunidad de fe que nos apoye y nos desafíe a crecer espiritualmente.
  • Permitir que el Espíritu Santo Obre en Nosotros: Rindiéndonos a la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, permitimos que Él transforme nuestros corazones.
"La obstinación del corazón es un obstáculo real en nuestro camino espiritual, pero no es insuperable. Al reconocer las raíces espirituales de este problema y al buscar activamente la transformación de Dios, podemos experimentar una vida más plena y satisfactoria. Recuerda, con Dios, todas las cosas son posibles"

Atletas de la palabra
Hno. Douglas G Guanipa.


viernes, 26 de julio de 2024

"La esperanza es la fe en la oscuridad"

 "La esperanza es la fe en la oscuridad" - San Agustín

En medio de la oscuridad y la adversidad que atraviesa Venezuela, la esperanza es el faro que guía al pueblo hacia la libertad y la justicia. A pesar de las dificultades y los desafíos, la fe y la esperanza en un futuro mejor siguen ardiendo en el corazón de los venezolanos. Como dice el salmista en Salmo 43:5, "¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, él es la salvación de mi rostro y mi Dios".

La esperanza es el ancla que nos mantiene firmes en medio de la tormenta, y es la fe en Dios lo que nos da la fuerza para seguir adelante. En Romanos 8:25, se nos dice que "la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que uno ve, ¿por qué esperarlo?".

La lucha por la libertad en Venezuela no es fácil, pero con la esperanza y la fe en Dios, el pueblo puede superar cualquier obstáculo. Como dice el profeta Isaías en Isaías 40:31, "pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán".

La libertad es un derecho fundamental que nos ha sido dado por Dios, y es nuestra responsabilidad luchar por ella. En Juan 8:36, Jesús nos dice que "si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres".

En conclusión, la esperanza y la libertad son dos conceptos que están estrechamente relacionados. La esperanza es la fe en un futuro mejor, y la libertad es el derecho que nos ha sido dado por Dios para vivir nuestra vida con dignidad y respeto. Que la esperanza y la fe en Dios sean el faro que guíe al pueblo venezolano hacia la libertad y la justicia.

La esperanza en Dios es el ancla del alma.

Atletas de La Palabra.
Adm. Hno. Douglas G. Guanipa.

martes, 23 de julio de 2024

La Búsqueda del Significado en un Mundo de Mentiras.

Romanos Capítulo 1. del 1 al 7, Pablo escribe lo siguiente: ” Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo; a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Este pasaje destaca la autoridad apostólica de Pablo, la continuidad del evangelio con las promesas del Antiguo Testamento, y la centralidad de Jesucristo en el plan de salvación. Además, subraya la misión universal de llevar el evangelio a todas las naciones y el llamado a la santidad de los creyentes

El enfoque de la instrucción de Pablo en la epístola a los Romanos se centra en una frase al final del versículo 1: el Evangelio de Dios. Este es, en realidad, el tema central de toda la epístola: las Buenas Nuevas de Dios.

En un mundo donde las noticias parecen ser cada vez más negativas, un vistazo rápido a cualquier periódico o revista semanal nos recuerda que las malas noticias predominan y continúan empeorando. Lo que vemos a gran escala es simplemente una multiplicación de lo que ocurre a nivel individual: malas noticias. Este fenómeno se ha convertido en un coloquialismo de nuestra época: “malas noticias”. Los hombres y las mujeres están bajo un poder aterrador, un poder que reside en lo más profundo de su ser y que los empuja hacia la autodestrucción. Sin embargo, el Evangelio de Dios ofrece una esperanza radicalmente diferente. Es un mensaje de salvación, redención y transformación, que contrasta poderosamente con la desesperanza y la negatividad que nos rodea. Este evangelio no solo promete vida eterna, sino también una renovación completa del ser humano, liberándolo del poder destructivo del pecado y guiándolo hacia una vida de paz y santidad en Cristo.

Ese poder es el pecado, y el pecado es lo que trae las malas noticias. En resumen, identifico cuatro áreas principales en las que el pecado genera malas noticias para la humanidad. Estas áreas son, en cierta medida, secuenciales. No pretendo que esta lista sea exhaustiva ni que cubra todas las áreas de la vida, sino que sirva para motivar la reflexión.

La primera mala noticia que el pecado trae a un individuo es el egoísmo. Es una triste realidad de la existencia humana que cada uno de nosotros está inclinado a satisfacer sus propios deseos particulares, sin importar el costo. Este egoísmo innato nos lleva a poner nuestras necesidades y deseos por encima de los demás, causando conflictos y sufrimiento tanto a nivel personal como comunitario.

El elemento básico de la pecaminosidad es el dominio del yo, del ego. Este problema comenzó con la caída de Satanás, quien dijo cinco veces: “Yo haré, haré, haré, haré, haré”. El hombre ha heredado esta apetencia con la entrada del pecado en el mundo. Es absolutamente egoísta y está centrado en sí mismo. Desea hacer lo que quiere, y si se le permite, lo hará. Lo que una sociedad permita, él lo llevará a cabo; irá hasta donde la tolerancia de la sociedad lo permita. El hombre consumirá todo lo que sus ojos deseen, en su propia concupiscencia; consumirá cosas, consumirá a las personas y se consumirá a sí mismo.

Cuando un amigo, un cónyuge, un amante o un miembro de la familia deja de proveer lo que un individuo desea, es descartado como un par de zapatos viejos que ya no sirven para nada. Este egoísmo desenfrenado lleva a la destrucción de relaciones y a la deshumanización de los demás, convirtiéndolos en meros objetos de consumo. La raíz de este comportamiento es el pecado, que distorsiona la naturaleza humana y la aleja del propósito divino de amor y servicio mutuo.

Un mundo de derechos y un corazón egoísta: Una mirada profunda al texto.

Vivimos en una época donde la búsqueda de derechos individuales se ha convertido en una prioridad para muchos. Esta demanda constante no es más que una manifestación del egoísmo profundo que reside en el corazón humano. La meta última parece ser la satisfacción personal, una búsqueda que, aunque legítima en apariencia, puede llevar a la autodestrucción.

En cualquier ámbito de la vida, ya sea en los negocios, en el matrimonio o en relaciones amorosas, el deseo egoísta de obtener ganancia, fama, dominio, popularidad, dinero y satisfacción física puede pervertir nuestras acciones y decisiones. Este enfoque centrado en uno mismo no solo afecta nuestras relaciones personales, sino que también contribuye a un estado general de auto-consumismo.

El pecado, en su esencia, empuja a la humanidad hacia este estado de egoísmo. Nos lleva a consumir todo a nuestro alrededor en un intento de satisfacer nuestros deseos, sin considerar las consecuencias para los demás. Este ciclo de auto-consumismo no solo destruye nuestras relaciones y comunidades, sino que también nos deja vacíos y desilusionados, alejándonos del verdadero propósito de nuestras vidas: vivir en amor y servicio mutuo.

Esto nos invita a reflexionar sobre una realidad actual: la constante búsqueda de derechos y la satisfacción personal como motor de nuestras acciones. Sin embargo, esta búsqueda desenfrenada, a menudo impulsada por un egoísmo desmedido, puede conducir a consecuencias nefastas.

Más allá de los derechos: la raíz del egoísmo:

El texto va más allá de una simple crítica a la reivindicación de derechos. Señala que esta demanda esconde una motivación profunda: el egoísmo autodestructivo. La obsesión por los derechos individuales, muchas veces, surge de un deseo desmedido de satisfacción personal, sin considerar las consecuencias para los demás o para la sociedad en general.

La satisfacción personal como meta final:

La satisfacción personal como la meta final que guía las acciones de muchos individuos. Esta búsqueda desenfrenada de placer y bienestar propio puede llevar a pervertir las relaciones humanas y las instituciones sociales

Egoísmo en todas las esferas:

El autor destaca que el egoísmo no se limita a un ámbito específico, sino que permea todas las esferas de la vida: desde el mundo de los negocios, donde la competencia desmedida busca el lucro personal a costa de todo, hasta el matrimonio y las relaciones amorosas, donde el amor propio puede corromper los lazos afectivos.

El pecado como catalizador del auto-consumismo:

La noción del pecado como una fuerza que empuja a la humanidad hacia un estado de auto-consumismo. Esta visión sugiere que la búsqueda egoísta de satisfacción personal no solo daña a los demás, sino que también nos aleja de nuestro verdadero propósito y nos conduce a la destrucción.

Alguien dijo una vez que deberíamos usar las cosas y amar a las personas, pero en lugar de eso, amamos las cosas y usamos a las personas. Esta inversión de valores lleva a una profunda incapacidad para sostener relaciones significativas. El hombre, atrapado en su egoísmo, se vuelve incapaz de amar verdaderamente y de dar desinteresadamente. En lugar de encontrar alegría en la abnegación y el servicio a los demás, busca satisfacción en la acumulación de bienes materiales y en el uso de las personas para sus propios fines. Esta búsqueda egoísta no solo destruye las relaciones, sino que también priva al individuo de la fuente más obvia de gozo verdadero: el amor y la entrega desinteresada. El verdadero gozo y la realización personal no se encuentran en la posesión de cosas, sino en la capacidad de amar y servir a los demás. Al invertir nuestros valores y priorizar el amor y el servicio sobre la acumulación y el uso, podemos encontrar una satisfacción más profunda y duradera.

El hombre, dominado por una avaricia egoísta, se aísla progresivamente de todo y de todos. Este aislamiento no solo lo aleja de las relaciones significativas, sino que también lo sumerge en una espiral de desesperanza y soledad absoluta. En su búsqueda insaciable de satisfacción a través de la acumulación de bienes y placeres, descubre una verdad amarga: la ley de la devolución decreciente. Cuanto más posee, menos satisfacción encuentra. Este ciclo vicioso de consumo y desilusión revela una profunda verdad sobre la naturaleza humana: la verdadera satisfacción no se encuentra en la acumulación de cosas materiales, sino en la conexión genuina con los demás y en la entrega desinteresada. Al buscar llenar el vacío interior con cosas efímeras, el hombre se priva de la alegría duradera que proviene del amor, la comunidad y el propósito trascendental. Para romper este ciclo, es necesario un cambio de enfoque: de la avaricia a la generosidad, del egoísmo al altruismo, y de la soledad a la comunidad. Solo entonces podrá el hombre encontrar una satisfacción verdadera y duradera, que no disminuye con el tiempo, sino que se enriquece con cada acto de amor y servicio.

El pecado, en su esencia, ha traído consigo una serie de malas noticias, comenzando con el egoísmo. Este egoísmo es una trampa que nos lleva a la desesperanza, ya que nos aísla y nos priva de relaciones significativas y de la verdadera alegría. Sin embargo, el impacto del pecado no se detiene ahí. El egoísmo que el pecado genera nos conduce a una segunda área de malas noticias: la culpabilidad. El auto-consumismo, el uso y abuso de las personas para alcanzar nuestros propios fines, inevitablemente nos lleva a sentirnos culpables. Esta culpabilidad no es accidental; es parte del diseño divino. Dios ha implantado en el hombre una conciencia que lo alerta cuando peca, para que pueda reconocer su necesidad de arrepentimiento y redención. Sin esta sensación de culpabilidad, el hombre estaría en peligro de continuar en su camino destructivo sin freno, alejándose cada vez más de Dios y de la posibilidad de salvación. La culpabilidad, entonces, aunque dolorosa, es un mecanismo que puede llevarnos de vuelta a la senda correcta, recordándonos nuestra necesidad de gracia y perdón.

El dolor físico es una señal que nos alerta de que algo no está bien en nuestro cuerpo y nos impulsa a buscar ayuda. De manera similar, la culpabilidad es una señal espiritual y emocional que nos indica que estamos en el camino equivocado y que algo debe cambiar. Sin embargo, en lugar de atender esta señal, muchas personas se sienten oprimidas por la culpabilidad y sus consecuencias.

Las malas noticias son que la culpabilidad puede llevar a una vida llena de ansiedad, temor, insomnio y problemas psicológicos. Esta carga emocional puede manifestarse en enfermedades físicas como úlceras y otras dolencias. En un intento desesperado por aliviar esta culpabilidad, algunas personas recurren a la embriaguez, el suicidio u otros medios destructivos. Vivimos en un mundo aterrador, donde muchas personas están llenas de pánico debido a su culpabilidad. Para ocultar este sentimiento, a menudo adoptan una fachada frívola. Algunos intentan evitar la culpabilidad real a través del dinero, las posesiones, el alcohol, las drogas, el sexo, los viajes o el psicoanálisis. Otros buscan culpar a la sociedad, a tradiciones bíblicas anticuadas, a Dios, a los cristianos, a la iglesia, a sus padres o incluso a traumas prenatales. He escuchado de un hombre que culpó a un plátano que su madre le dio cuando era pequeño para justificar su culpabilidad. En lugar de buscar soluciones superficiales, es crucial enfrentar la culpabilidad de manera constructiva. Reconocer nuestros errores, buscar el perdón y hacer cambios positivos en nuestras vidas puede liberarnos de esta carga y llevarnos a una vida más plena y significativa.

El egoísmo conduce al pecado, y este, inevitablemente, trae consigo la culpabilidad. Intentar culpar a otros por nuestros propios errores solo multiplica esa culpabilidad, ya que no solo somos responsables de nuestros pecados, sino también de la injusticia de culpar a quienes no lo merecen. Esto agrava aún más las malas noticias: el egoísmo lleva a la culpabilidad, y la culpabilidad lleva a una vida sin significado.

El hombre se encuentra atrapado en una trampa de su propio egoísmo, un ciclo vicioso que no lo lleva a ningún lugar, excepto a una culpabilidad abrumadora. Eventualmente, se pregunta: “¿Es esto todo lo que hay en la vida? ¿Hubiera sido mejor no haber nacido?”. La vida se convierte en un ciclo interminable de búsqueda de satisfacción, una búsqueda que resulta imposible y que solo produce más culpabilidad. En una vida sin satisfacción, surgen todas las preguntas fundamentales: “¿Esto es todo lo que hay? ¿Dónde están las verdaderas respuestas? ¿Cuáles son las preguntas correctas? ¿Por qué vivo? ¿Cuál es el significado de mi vida? ¿Qué es la verdad? ¿Dónde puedo encontrar la verdad?”. Estas preguntas reflejan una profunda insatisfacción y una búsqueda desesperada de sentido y propósito. Para romper este ciclo, es esencial reconocer la raíz del problema: el egoísmo y el pecado. Solo al enfrentar estos y buscar una vida de amor, servicio y verdad, podemos encontrar respuestas significativas y una satisfacción duradera.

El hombre es constantemente alimentado con una dieta de mentiras por parte de Satanás, el gran mentiroso, quien controla el sistema del mundo. Estas mentiras nunca proporcionan respuestas a las preguntas fundamentales sobre el significado de la vida, y por ello, el hombre nunca escucha una respuesta verdadera, nunca encuentra una solución real; las noticias siempre son malas, esto es lo que Edna St. Vincent Millay quiso expresar cuando dijo: “La vida debe seguir y simplemente olvido por qué”. Vivimos en una serie de periodos de 24 horas sin importancia, sin significado, donde nada cambia y todo parece vacío. Como el personaje principal en una de las novelas de Sartre dijo: “Decidí matarme a mí mismo para quitar, por lo menos, una vida superflua”. En esta cadena de malas noticias traídas por el pecado, encontramos un cuarto elemento que me gusta llamar ‘desesperanza’. El egoísmo lleva al pecado, el pecado trae culpabilidad, y la culpabilidad conduce a una vida sin significado. Esta desesperanza es el resultado final de una vida atrapada en el ciclo del pecado y la mentira. Sin una verdad que nos guíe, sin un propósito que nos motive, la vida se convierte en un vacío interminable.

Vivimos en un mundo donde el egoísmo, alimentado por las mentiras de Satanás, nos lleva a una espiral de pecado y culpabilidad. Este ciclo destructivo no solo nos aísla y nos llena de desesperanza, sino que también nos priva de la verdadera satisfacción y significado en la vida. La búsqueda insaciable de satisfacción personal a través de bienes materiales y placeres efímeros solo agrava nuestra culpabilidad y nos deja vacíos. La culpabilidad, aunque dolorosa, es una señal divina que nos alerta de que estamos en el camino equivocado. Nos invita a reflexionar y a buscar una vida de amor y servicio, en lugar de una vida centrada en nosotros mismos. Sin embargo, muchas veces intentamos ocultar esta culpabilidad con excusas y distracciones, lo que solo nos lleva a una mayor desesperanza.

La verdadera solución a este ciclo de desesperanza se encuentra en reconocer nuestras fallas, arrepentirnos y buscar la verdad y el propósito en Dios. Solo al vivir una vida de amor, servicio y verdad podemos encontrar una satisfacción duradera y un significado profundo. Este cambio de enfoque nos libera de la trampa del egoísmo y nos permite experimentar la verdadera alegría y paz que provienen de una vida centrada en Dios y en el bienestar de los demás. Amen.

Extraído del mensaje  "El predicador de las buevas nuevas" por el Pastor John F. MacArthur.
Atletas de La Palabra.
Adm. Hno. Douglas G. Guanipa.



"La patología de los falsos maestros"

Hoy viajaremos por 1 Timoteo 6: 3- 4-5

En el clímax de su carta a Timoteo, el apóstol Pablo aborda un tema crucial para la salud espiritual de la iglesia: la presencia de falsos maestros. Como un hábil médico espiritual, Pablo utiliza un lenguaje cargado de terminología médica para describir la naturaleza dañina de estas enseñanzas erróneas, comparándolas con una enfermedad que puede corromper la fe de los creyentes.

¿Te intriga conocer cómo Pablo describe a estos falsos maestros y qué podemos aprender de sus palabras?

Hoy nos adentramos en el fascinante tema de "La patología de los falsos maestros", utilizando una analogía médica para comprender mejor su naturaleza y peligrosidad.

Desentrañando la patología de los falsos maestros: Un análisis profundo en 1 Timoteo 6:3-5

El término patología se refiere al estudio de las enfermedades, sus causas, desarrollo y efectos. En este contexto, el apóstol Pablo utiliza una metáfora médica poderosa para describir a los falsos maestros y sus enseñanzas erróneas, comparándolos con una enfermedad que amenaza la salud espiritual de la iglesia.

¿Cómo se relaciona esto con los falsos maestros? 

Pablo, en este pasaje, nos presenta una radiografía precisa de estos individuos, exponiendo los elementos anormales que caracterizan su enseñanza.

¿Es la enseñanza falsa una enfermedad? 

Sí, así lo define Pablo. Es una enfermedad mortal que infecta la fe y corrompe la verdad. Y al igual que las enfermedades físicas, presenta una patología observable y síntomas que la delatan.

¿Dónde encontramos otras advertencias sobre los falsos maestros en esta epístola? 

Pablo ya nos había alertado sobre esta amenaza en el capítulo 1, versículos 3-7, 18-20, y en el capítulo 4:1-5. Y regresará al tema en el capítulo 6:20-216:20-21, para cerrar la epístola con un llamado a la vigilancia.

“La Patología de los Falsos Maestros”

En su discurso anterior y en los que seguirán, Pablo profundiza en la patología de los falsos maestros. Estos líderes espirituales desvían a las personas del estado espiritual saludable y los infectan con una enfermedad interna. Recientemente, nuestra sociedad ha tomado conciencia de la patología de una enfermedad específica: el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). A través de los medios, vemos las terribles consecuencias físicas y la trágica muerte que esta enfermedad puede causar. Sin embargo, su impacto no se limita al individuo; también puede afectar y devastar a toda una sociedad. El poder destructivo del SIDA es aterrador y mortal, y su capacidad para afectar a una población completa es innegable.

En la actualidad, estamos plenamente conscientes de la patología del SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). Esta enfermedad provoca desviaciones significativas de la condición normal en quienes la padecen, debilitando su sistema inmunológico y dejándolos vulnerables a otras enfermedades invasoras. El SIDA no solo afecta el cuerpo físico, sino también la vida emocional y social de quienes lo enfrentan. Es curioso que algunas personas minimicen la gravedad del SIDA. A pesar de los avances en la educación y la prevención, persisten mitos y desinformación. La propaganda, tanto a favor como en contra, ha contribuido a la confusión. Se nos insta a practicar el sexo seguro y evitar compartir agujas, pero, aun así, la enfermedad sigue siendo una amenaza real. Además, se lucha por proteger los derechos de los portadores de VIH. Las pruebas de SIDA se realizan de manera anónima, y los números reemplazan los nombres en los registros médicos. Sin embargo, la magnitud de la epidemia no puede ocultarse. Recientemente, se descubrió que el SIDA puede transmitirse incluso a través de un simple trasplante de piel, lo que subraya la necesidad de seguir investigando y educando sobre esta enfermedad. 

En medio de la avalancha de información y el pánico, algunos intentan minimizar la gravedad del SIDA. Pero, a pesar de todo, somos cada vez más conscientes de que vivimos al borde de un desastre. No solo tememos catástrofes nucleares, sino también los efectos de nuestros propios errores, manifestados en forma de enfermedad. La gente está asustada, quizás más que en cualquier otro momento de la historia. Desconocemos cómo se transmite esta enfermedad y qué consecuencias puede tener.

“La Gravedad de la Enseñanza Falsa”

Aunque el SIDA es una enfermedad mortal con un potencial destructivo, su alcance no se compara con la mortandad de la enseñanza falsa. El SIDA afecta los cuerpos físicos, pero la enseñanza falsa condena almas. He conocido a personas que murieron con SIDA, pero antes de su partida, entregaron sus vidas a Jesucristo. El SIDA afectó sus cuerpos, pero no sus almas.

La enseñanza falsa, en cambio, tiene consecuencias eternas. Destruye el alma y aleja a las personas de la verdad. A pesar de esto, parece que el mundo está más preocupado por detener el SIDA que por enfrentar la enseñanza falsa. En nombre del amor, a veces malentendido, se promueve la tolerancia hacia cualquier creencia. Sin embargo, si comprendiéramos las realidades de un infierno eterno sin Dios, nuestra preocupación sería aún mayor que ante cualquier amenaza física.

Para comprender la patología de la mortandad de la enseñanza falsa, examinemos los versículos 3 al 5. Pablo presenta características patológicas de los falsos maestros. Aunque estas características no son desconocidas, su recordatorio es valioso. Antes de adentrarnos en el texto, quiero enfatizar que una función esencial de los pastores y líderes espirituales es la advertencia. No basta con ser siempre positivo y ver el lado bueno de todo. Debemos alertar a las personas sobre la enseñanza falsa. Esta responsabilidad resuena en todo el Nuevo Testamento y también en el Antiguo Testamento. Dios sabe que su pueblo, si no está preparado, puede ser arrastrado por doctrinas erróneas. Algunas personas, sin haber abrazado la verdad, vivirán bajo la ilusión de haberla encontrado. Por lo tanto, recordemos la seriedad y la necesidad de advertir, tal como Pablo insta a Timoteo a hacerlo en la Iglesia en Éfeso, donde Timoteo está ministrando.

"En este pasaje, el uso del “si” en griego corresponde a un condicional de primera clase, lo que implica que asume la realidad. En otras palabras, “si es verdad” podría traducirse como “debido a”. La razón detrás de esto es que algunos están enseñando doctrinas erróneas. En el contexto de 1 Timoteo, sabemos que había hombres que se habían infiltrado en la iglesia y estaban enseñando fábulas absurdas, genealogías interminables y preguntas inútiles en lugar de edificar a los creyentes. Estos falsos maestros estaban naufragando en su fe y propagando enseñanzas demoníacas. Además, estaban mintiendo y enseñando prácticas contrarias a la verdad de Dios. La falsa enseñanza estaba presente.

Cuando el autor dice “Si alguno enseña otra cosa”, está señalando que esto está sucediendo. La construcción condicional de primera clase se aplica de manera genérica, abarcando toda enseñanza falsa, doctrina engañosa y agentes maliciosos que intentan infiltrarse en la Iglesia. Esto no solo se relaciona con la situación de Timoteo, sino también con los desafíos que enfrenta la Iglesia en cualquier época, incluyendo la actualidad."

"En el mundo antiguo, los falsos maestros eran abundantes. Desde el principio, cuando Satanás se rebeló contra Dios, se convirtió en el padre de la mentira (como se menciona en Juan 8:44). A lo largo de la historia, ha producido otros mentirosos para atacar la fe cristiana. Estos falsos maestros no siempre se oponían abiertamente a la Biblia; a menudo, operaban mediante sutiles distorsiones y errores. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, los maestros falsos han estado presentes. Siempre ha sido una lucha constante para el pueblo de Dios enfrentarse a las mentiras y los engaños. Cualquier iglesia, pastor o creyente que no esté consciente de esta realidad está ignorando un desafío fundamental. Nuestro Señor Jesús advirtió que vendrían falsos cristos y falsos maestros. La Escritura está llena de advertencias sobre este tema. Pablo, en particular, nos dice que debemos estar alerta: “Si alguien enseña algo diferente, esa es la señal. Así es como los identificarás”. Por lo tanto, la primera clave es prestar atención a lo que afirman. ¿Están diciendo algo que difiere de lo que sabemos que dice la Palabra de Dios?"

¿Cómo podemos discernir entre enseñanzas verdaderas y falsas hoy en día?

Discernir entre enseñanzas verdaderas y falsas es crucial para proteger nuestra fe y crecimiento espiritual. Aquí hay algunas maneras de estar preparados:

  • Estudia la Palabra de Dios: Sumérgete en las Escrituras para comprender la verdad y reconocer cualquier desvío.
  • Oración: Pide discernimiento al Espíritu Santo. Él nos guía hacia la verdad.
  • Conocimiento de la doctrina cristiana: Familiarízate con los fundamentos de la fe cristiana para identificar errores.
  • Busca consejo de líderes cristianos maduros: Aprende de aquellos con experiencia y sabiduría.
  • Evalúa las enseñanzas a la luz de la Biblia: Compara lo que escuchas con lo que dice la Palabra de Dios

El término “heteros didaskalia” se refiere a una enseñanza heterodoxa, es decir, algo que difiere de la enseñanza ortodoxa basada en las Escrituras. Los falsos maestros promueven ideas que no están en línea con la verdad revelada en la Palabra de Dios. Esto puede incluir herejías, visiones personales, revelaciones subjetivas o interpretaciones contrarias a las Escrituras. En resumen, cualquier enseñanza que se desvíe de la sana doctrina caracteriza a un falso maestro. Es importante que los creyentes estén alerta y fundamentados en la Biblia para discernir entre la verdad y el error. La negación de los atributos esenciales de Dios, como Su naturaleza trina, omnipotencia, soberanía y revelación, es una señal de enseñanza falsa. Estas herejías pueden ser espiritualmente dañinas y debilitar la fe. Como creyentes, debemos estar alerta y fundamentados en la Palabra de Dios para discernir entre la verdad y el error. Siempre es crucial buscar la verdad y rechazar cualquier enseñanza que se desvíe de ella. Enseñanzas que se oponen a la perfección sin pecado de Cristo, Su muerte expiatoria, resurrección, vida milagrosa, enseñanza perfecta y otros aspectos fundamentales de la fe pueden ser peligrosas. Cualquier desviación de la verdad bíblica debe ser identificada y corregida. La fidelidad a las Escrituras y la obra del Espíritu Santo son esenciales para discernir entre la verdad y el error.

"¿Qué nos enseña esto acerca de los falsos maestros?

Su característica distintiva es enseñar algo diferente a las Escrituras. Pero ¿Cómo podemos identificar a aquellos que están infectados por este virus espiritual y su peligrosa influencia? La respuesta es sencilla: al conocer las Escrituras. Cuando alguien está arraigado en la Palabra de Dios, puede discernir fácilmente las enseñanzas falsas. En términos de 1 Juan 2, aquellos que han internalizado la Palabra son espiritualmente fuertes y han vencido al Maligno. La verdad de Dios prevalece sobre cualquier engaño."

En Hechos 20:27-32, Pablo se despide de los ancianos de la iglesia de Éfeso y les recuerda su dedicación a enseñarles todo el consejo de Dios. Él enfatiza la importancia de la enseñanza continua y exhaustiva de la Palabra de Dios para proteger a la iglesia de falsos maestros y doctrinas erróneas. Pablo advierte que después de su partida, vendrán lobos rapaces y hombres perversos que intentarán desviar a los discípulos. Por eso, él los encomienda a la Palabra de la Gracia de Dios, que tiene el poder de edificarlos y darles una herencia entre todos los santificados.

Pablo dio varios consejos importantes a la iglesia de Éfeso, tanto en sus discursos como en sus cartas. Algunos de los consejos más destacados incluyen:

  1. Vigilancia y protección: Pablo advirtió a los ancianos de Éfeso sobre la necesidad de estar vigilantes y proteger a la iglesia de falsos maestros y doctrinas erróneas. Les recordó que después de su partida, vendrían lobos rapaces y hombres perversos que intentarían desviar a los discípulos (Hechos 20:28-31)
  2. Unidad y amor: En su carta a los Efesios, Pablo enfatizó la importancia de la unidad y el amor entre los miembros de la iglesia. Les instó a mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz y a vivir en amor, siguiendo el ejemplo de Cristo (Efesios 4:1-3, 5:1-2)
  3. Pureza y santidad: Pablo también les exhortó a vivir vidas puras y santas, alejándose de la inmoralidad, la impureza y la codicia. Les recordó que eran hijos de la luz y debían vivir como tales, discerniendo lo que agrada al Señor (Efesios 5:3-10)
  4. Fortaleza espiritual: Pablo los animó a fortalecerse en el Señor y en el poder de su fuerza, poniéndose toda la armadura de Dios para poder resistir las asechanzas del diablo. Les recordó la importancia de la oración y la vigilancia constante (Efesios 6:10-18)
"¿Qué nos dice esto? Si los falsos maestros se caracterizan por enseñar algo diferente de las Escrituras, ¿Cómo podemos identificar a aquellos que están contaminados por el virus espiritual y la infección mortal? La respuesta es sencilla: al conocer las Escrituras. Si la falsa enseñanza se opone a lo que está escrito en las Escrituras, es fácilmente identificable por alguien que conoce su contenido. En términos de 1 Juan 2, aquellos que han internalizado la Palabra de Dios y son fuertes en ella han vencido al Maligno. Así, el Maligno que promueve enseñanzas falsas es derrotado por aquellos que se apoyan en la Palabra verdadera."

Si los falsos maestros se caracterizan por enseñar doctrinas contrarias a las Escrituras, ¿Cómo podemos discernir la verdad espiritual de la falsedad? La respuesta es simple: "Conocer a fondo las Escrituras".
“En Hechos 20:27, Pablo afirmó: ‘Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios’. Durante tres años, dedicó su tiempo, día y noche, a enseñar la Palabra. Visitaba casas, participaba en reuniones de la Iglesia y enseñaba incansablemente. Su objetivo era declarar todo el consejo de Dios. ¿Por qué? Porque sabía que después de su partida, surgirían lobos rapaces que intentarían desviar a los discípulos. Por eso, encomendó a los creyentes a la Palabra de Su Gracia, que tiene el poder de edificar y fortalecer.”
"La única manera de protegernos contra el error es conocer la verdad. Viene con lo que Pedro llama “herejías destructoras, condenadoras”. También se manifiesta a través de espíritus engañadores, a los que Juan hace referencia. Estos espíritus no deben ser creídos, ya que propagan mentiras hipócritas. Pablo también los menciona en esta misma epístola. Aquellos que reconocen estas falsedades son personas que conocen la Palabra de Dios.

Por lo tanto, la tarea primordial del pastor es alimentar a las ovejas para que aprendan a reconocer cuál es su dieta apropiada. Deben evitar consumir de los arbustos mortales y venenosos que crecen al lado de su pastura. En Efesios 4, Pablo explica que Dios ha dado a la Iglesia apóstoles, profetas, evangelistas y pastores maestros. Su propósito es perfeccionar a los santos para la obra del ministerio y la edificación del cuerpo de Cristo. Esto nos lleva a la unidad de la fe y a alcanzar la estatura de Cristo.

¿Por qué es esto crucial? Para que ya no seamos como niños fluctuantes, arrastrados por cualquier viento de doctrina o engañados por la astucia de hombres malintencionados. Debemos conocer la Palabra y ser instruidos por ella para identificar y discernir el error."
Otro versículo que ha resonado profundamente en mi a lo largo de los años es Efesios 6:17: ‘Y tomad la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios’. Este pasaje nos recuerda que como creyentes, debemos llevar la espada del Espíritu en todo momento para defendernos contra los ataques de Satanás. Pablo también enfatiza esto en 1 Timoteo 4:6, donde dice: ‘Si eres un buen ministro de Jesucristo, serás nutrido en las palabras de la fe y de la buena doctrina’. Además, en el versículo 16, nos insta a cuidarnos a nosotros mismos y a mantenernos firmes en la doctrina, ya que esto no solo nos protege a nosotros mismos, sino también a aquellos que nos escuchan.
Cuando conocemos y enseñamos buena doctrina, estamos protegidos del virus mortal del error. La verdad, como el único antibiótico protector, nos ayuda a discernir y resistir la enseñanza falsa. La Verdad de Dios es nuestra guía y fortaleza.
En su segunda epístola a Timoteo, Pablo reitera la importancia de retener la forma de las sanas palabras. El contenido doctrinal que Timoteo ha recibido debe ser guardado y transmitido fielmente. En el capítulo 2, Pablo insta a Timoteo a enseñar lo que ha oído de él ante otros testigos, para que a su vez puedan enseñar a otros. Este compromiso con la verdad es crucial. Pablo también exhorta a Timoteo a predicar la Palabra y a no caer en el error. Muchas personas desean que les rasquen los oídos con enseñanzas agradables, pero es fundamental mantenerse firme en la verdad.
Los falsos maestros, en primer lugar, se caracterizan por la herejía. Enseñan cosas diferentes a lo que dice la Palabra de Dios. A menudo añaden o distorsionan las Escrituras, presentando ideas que no están respaldadas por ellas. Pero no solo es lo que afirman, sino también lo que niegan. Si volvemos al versículo 3, vemos que no se conforman a las sanas palabras, las cuales provienen de Nuestro Señor Jesucristo y están en línea con la doctrina piadosa. Estos maestros no están dispuestos a aceptar las palabras saludables que provienen de Cristo. En su enseñanza, están en desacuerdo con las Escrituras. No se adhieren a las sanas Palabras. La palabra “higiene” en griego se traduce al español como “saludables”. Así que, en resumen, los falsos maestros rechazan las palabras beneficiosas que son las Palabras de Nuestro Señor Jesucristo.
“Cuando se menciona ‘las Palabras de Nuestro Señor Jesucristo’, en realidad, en la literatura griega, se dice ‘las de Nuestro Señor Jesucristo’. Esto significa que los falsos maestros no se comprometen con las palabras saludables que dan vida y que provienen de Nuestro Señor Jesucristo. Estas palabras beneficiosas no solo se refieren a las citas directas de Jesús en los Evangelios, sino a toda la revelación que Él nos ha dado como el Autor de las Escrituras. A través del Espíritu de Dios, inspiró a los escritores humanos. Las Palabras de Nuestro Señor Jesucristo abarcan toda la revelación, especialmente la del Nuevo Testamento. Para respaldar esta idea, recordemos que en Colosenses 3:16 se llama a las Escrituras ‘la Palabra de Cristo’; en 1 Tesalonicenses 1:8, ‘la Palabra de Nuestro Señor’; y en 2 Tesalonicenses 3:1, ‘la Palabra del Señor’. En resumen, las Escrituras son la Palabra del Señor, la Palabra de Cristo y la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo
El mensaje que Pablo está transmitiendo es claro. En primer lugar, los falsos maestros afirman cosas que difieren de las Escrituras. En segundo lugar, niegan aspectos de la Palabra de Dios. Estas señales nos ayudan a identificarlos. No aceptan ciertas enseñanzas bíblicas y, además, añaden o quitan elementos a la Palabra de Dios. Su enfoque no está en las Escrituras. Aunque pueden hablar de Jesús y de Dios, el corazón de su ministerio no se basa en la Palabra de Dios. Por lo tanto, debemos estar alerta ante estas distorsiones. Las Escrituras son el fundamento y la culminación de la revelación divina, y todo lo que debemos enseñar se encuentra contenido en sus páginas

Además, al final del versículo 3, Pablo no solo menciona que los falsos maestros no consienten las palabras saludables de Nuestro Señor Jesucristo, sino también que no aceptan la doctrina que está en línea con la piedad. ¿Qué significa esto? Básicamente, la prueba definitiva de cualquier enseñanza es si produce piedad. En otras palabras, la verdadera prueba de su validez es si conduce a una vida piadosa.
Los falsos maestros, al añadir o negar las Escrituras, pueden llevar a una vida carente de piedad. La verdadera prueba de la enseñanza es si produce una piedad consecuente. Cuando aplicamos la verdad de la Palabra de Dios, experimentamos una conducta espiritualmente saludable. Como bien mencionas, 1 Timoteo 4:7 nos insta a ejercitarnos en la piedad. Es un recordatorio importante para todos nosotros.
Ejercítate en la piedad. Ahora bien, el error nunca puede producir verdadera piedad. ¿Qué entendemos por piedad? Es vivir en reverencia y semejanza a Dios, ser como Cristo. La enseñanza falsa, la herejía o el error no pueden llevarnos a esa semejanza con Cristo. Solo la Verdad de Dios puede lograrlo; solo Su Palabra puede producir auténtica piedad. Vivir en santidad y reflejar a Dios es el fruto de la verdad.

Jesús advirtió sobre los falsos maestros en Mateo 7, comparándolos con lobos disfrazados de ovejas. Dijo: ‘Por sus frutos los conoceréis’. Observemos su vida y conducta. ¿Se entregan a la impiedad, como menciona Pedro en 2 Pedro 2? ¿Están atrapados en la lujuria y el orgullo? Si vemos preocupación por prestigio, poder y popularidad, o detectamos inmoralidad en su comportamiento, debemos estar alerta. ¿Predican el arrepentimiento, la santidad y la semejanza a Dios y a Cristo? ¿O promueven enseñanzas que se acomodan a la mente carnal y alimentan la naturaleza caída del hombre? Esa es la pregunta crucial.

Extraído del mensaje  "La patología de los falsos maestros" por el Pastor John F. MacArthur.
Atletas de La Palabra.
Adm. Hno. Douglas G. Guanipa.


viernes, 19 de julio de 2024

DIOS ESTARÁ CON NOSOTROS

Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. (Génesis 37:19-20)
Cuantas lágrimas, cuántas muertes, cuántas cosas nos han sucedido pero con la convicción de que Dios las encaminara para bien. Su palabra dice que todas las cosas obran para bien, para los que aman a Dios, los que conforme a su propósito son llamados  (Romanos 8:28) yo estoy seguro que tu amas a Dios y también tengo la convicción que todo lo que sucede es por un propósito. Pero también estoy seguro que todo los que nos ha sucedido durante estos muy largos días, Dios lo encaminara para bien...

¡CREER ES PODER!

Si comparamos algunas historias de nuestro evangelio nos daríamos cuenta que es más fácil creer que la negación de Pedro a Jesús fue encaminada para bien, que la muerte de Lazaro Fue encaminada por Dios para bien para a través de ella mostrar su Gloria y que la prisión de Pablo y Silas fue encaminada para salvar a muchas almas.

Todo esto lo podemos creer porque esta escrito y hay evidencia de ello, ¿Pero si no estuviese escrito?, ¿Creeríamos? ¿Podríamos creer que todo lo que nos esta sucediendo Dios lo encaminara para Bien?
Pero en el diario de nuestras vidas y luchas no tenemos escrito lo que Dios nos tiene, y por ello no podemos leer lo que Él ha escrito para nosotros. Si en el libro de nuestras vidas estuviera esa página, sería tan fácil poder pasar la hoja y leer lo que Dios tiene preparado para nosotros, pero, si pudiéramos hacerlo, entonces no necesitaríamos esa palabra que Dios nos enseño que se llama FE, ¿y si nuestra Fe no la tuviésemos?, ¿Entonces, como agradaríamos a Dios? Porque sin fe es imposible agradarle, porque es pues la fe la certeza de esa página que se espera, la convicción de esa página que no se ve.

Dios se encanta cuando sin conocer esa parte que será algún día parte de nuestra historia, le damos la gloria por lo que El es y, porque estamos seguros que será para nuestro bienestar.

Dios tiene cosas grandes para nosotros, porque sus pensamientos no son nuestros pensamientos y sus caminos nuestros caminos, su palabra dice “YO SE LOS PENSAMIENTOS QUE TENGO ACERCA DE VOSOTROS, PENSAMIENTOS DE PAZ Y NO DE MAL, PARA DARLES EL FIN QUE ESPERAN” (Jeremías 29:11)

El Señor espera que aprendamos de cada cosa que nos pasa, de cada circunstancia que nos ocurra para que no cometamos las mismas equivocaciones en el futuro que El  tiene deparado para cada uno de nosotros, porque las  circunstancia de hoy serán de aprendizaje para el mañana, El tiene un propósito puntual para cada uno de nosotros, es de sabio aprender de las circunstancia de hoy, de lo que nos pasa hoy, porque las mejores enseñanzas son las que vienen de nuestros desiertos, de nuestras dificultades, de nuestros dolores, del sufrimiento, de nuestras carencia, de nuestras luchas. Pablo dijo “Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez”.(Filipenses 4:12)

¿Cuántas veces hemos sentido que ya no podemos? ¿Qué ya no nos quedan fuerzas ? Su palabra nos enseña que sus misericordias son nuevas cada mañana, que nos dará fuerzas cuando ya no podamos, que nos sacara de este barro gomoso, del pozo de desesperanza en que estamos ahora, el pone nuestros pies en tierra firme cuando estamos a punto de caer. Dios es poderoso puesto que su misericordia nos sustenta cuando pensamos que estamos a punto de desfallecer.


"Su ejército estará con nosotros porque tenemos una lucha espiritual comandada por Cristo para obtener la victoria".
"Atletas de la Palabra"
Admr. Hno. Douglas G Guanipa